Los ocho municipios foráneos de Lara viven una realidad similar a Iribarren en materia de salud. Separados de Barquisimeto con casi 100 kilómetros de distancia, habitantes de esas zonas deben trasladarse a la ciudad capital en búsqueda de atención médica, pues los hospitales y ambulatorios de sus áreas tienen un déficit de personal, minimizando los especialistas y con mayor carga asistencial en enfermeras. El recurso humano lamenta la insuficiente y esporádica dotación que olvida los implementos de bioseguridad, frente al riesgo de contagios por covid-19, por lo general llevan años sin ambulancias o tiene meses accidentada y hasta perdieron la cuenta del tiempo estando sin laboratorios.
Guiomar López | La Prensa de Lara
Es una cara que demuestra las carencias de un sistema de salud tradicional con algunos centros asistenciales, donde al paciente le cuesta bajar de un caserío a lo alto de la montaña y estando en el hospital, no cuente con los insumos y los familiares deban ingeniárselas para conseguir el traslado en carros particulares, que con testimonios desde Urdaneta deben «parir» mínimo $30 para poder ser traídos hasta Barquisimeto o ubicar combustible bachaqueado para quien tenga disposición de lanzarse ese viaje de 97 kilómetros. La angustia es por aquellas emergencias sin tiempo de espera, además de un gasto adicional junto a los insumos médicos, tratamiento y exámenes. También los cunde la sombra de la mayoría de ambulatorios rurales, sin especialistas y prácticamente sólo con enfermeras, además de las excepciones con médicos integrales.
Al empezar el recorrido desde el hospital Luis Ignacio Montero de Siquisique, José Castillo, miembro del sindicato de obreros Sintra Ipro Salud, empieza por lamentar que no cuentan con unidades en buen estado en las 4 parroquias que contaban con ambulancias. «Es tan complicado, que hasta para el área covid, algunos pacientes terminan comprando los remedios y para hacerse una radiografía deben disponer de $30, sólo para movilizarse a Barquisimeto», rezonga de un gasto que puede evitarse si funcionara el laboratorio de radiología que suma casi 18 años cerrado.
Al irse más a fondo, también se queja de la falta de dotación de insumos, al extremo de últimamente hasta faltarle solución fisiológica la cual siempre tenían disponible. El servicio del suministro de agua por lo general, es hasta las 5:00 p.m. y luego deben trabajar con lo almacenado en los tanques subterráneos.
Se trata de un reflejo que va dejando progresivamente los pasillos vacíos de centros asistenciales. De allí, que profesionales e incluso choferes han abandonado por los bajos sueldos. «Cardiólogos y pediatras quedan en privados, mientras los pocos de Emergencia sólo resisten por vocación de servicio», precisa y reitera que hasta odontología lleva 3 años sin funcionar, a causa de los equipos dañados y la recurrente falta de anestesia.
Una situación que ni siquiera le permite al personal estar tranquilo en los cuartos de descanso, entre camas de colchones deteriorados y hasta choferes obligados a dormir en hamacas en el garaje. Todo es generalizado con camareras que han recibido colaboración de pacientes con cloro y jabón.
Del mismo sindicato, figura Teolinda Riera por el municipio Torres, exigiendo implementos de bioseguridad, cuando hasta los tapabocas son entregados de manera eventual, teniendo que ser costeados por el personal que le cuesta tener asegurado el pasaje para ir a trabajar y cuyo déficit se ubica en 70%. «Es un esfuerzo sin considerarse, con enfermería, camilleros y hasta camareros en guardias corridas por 24 horas», rezonga y sin atreverse a detallar las precariedades en principales ambulatorios rurales, como aquellos de El Empedrado, La Pastora, Río Tocuyo y Curarigua.
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