Como si fuera poco volver a un país en crisis estando contagiado de coronavirus COVID-19, los pacientes en Venezuela deben luchar por sobrevivir en medio de un desastre hospitalario. En El Algodonal anhelan lograr su recuperación estando sin agua, y a veces, hasta sin comida.
El área de maternidad del complejo hospitalario Dr. José Ignacio Baldó fue acondicionada para albergar casos de COVID-19. Recientemente 24 venezolanos que regresaron al país fueron trasladados a este centro asistencial, luego de permanecer aislados durante un período en un hotel de Caracas. Pero este traslado es más perjudicial que beneficioso.
En el nosocomio no hay áreas de aislamiento correctamente acondicionadas; mucho menos trajes de protección para los pocos trabajadores de la salud que valientemente se atreven a atender a los contagiados. Estos trabajadores son los mismos que a pesar de sus propias penurias han intentado aliviar la situación de los pacientes. «Hemos llorado con esos pacientes allí. Es muy difícil», lamentó una camarera.
«La comida da asco», dicen los pacientes
Arepas de arroz ligadas con caraotas llegaron este lunes a El Algodonal, metidas en bolsas y en una caja de jeringas. Es un escenario que se repite a diario en el centro de salud. Los encargados de la alimentación se han acostumbrado a mandar siete u ocho raciones para 24 personas.
Los pacientes, amotinados por la pésima calidad de vida, intentaron protestar y exigieron respuestas por parte del director, quien se negó a darles la cara. «Prohibieron que subiera el Metrobús porque supuestamente los pacientes se iban a escapar. Como si no pudieran escaparse caminando», dijo un enfermero del lugar.
Comida fresca y decentemente empacada llegó más tarde a El Algodonal, fueron donadas por una institución cristiana. Los enfermos, sorprendidos, corrieron a buscarlas. «No llores, por fin vas a comer bien», le decían a una paciente que rompió el llanto al ver los alimentos
24 personas aisladas en El Algodonal sin agua
Bañarse, lavarse las manos o beber agua son cosas «extraordinarias» en Venezuela, donde el servicio hidrológico es irregular. Una mujer recluida allí señaló que desde el viernes 5 de junio no recibían agua. Agregó que hasta los niños estuvieron sin comer durante largas horas.
La grave situación también ha ocasionado agresividad en algunos pacientes, quienes hambrientos podrían tomar de rehenes a los trabajadores para exigir mejoras. «Algunos ya están negativos para el COVID-19 y no les dan el alta. Ya no paso hacia donde están ellos porque me pueden tomar de rehén», reveló una enfermera.
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