El profesor de Historia Económica de la Universidad Central de Venezuela y ex coordinador de políticas públicas de la extinta Mesa de la Unidad Democrática, cita episodios políticos del siglo 20 para entender cómo se puede luchar contra Nicolás Maduro y la coalición gobernante. Pedro Benítez es insistente en cuestionar la fijación de fechas o plazos para salir del chavismo. Lo señala como un error cometido constantemente y que, aún, no se ha reconocido.
Por Adriana Núñez Rabascal| La Gran Aldea
-Usted escribió un artículo titulado “Sin la Fuerza Armada no hay transición a la democracia en Venezuela”, pero concluye ese texto diciendo que el problema no es militar, sino político, ¿cómo se entiende eso?
-La Fuerza Armada Nacional tiene una cultura de hace muchas décadas, previa al chavismo, de evitar conflictos -externos e internos- y hacen una cosa muy latinoamericana: Cuentan los cañones antes de decidir. Una de las claves que explica la permanencia durante tanto tiempo del general Vladimir Padrino López frente al Ministerio de la Defensa es que ha sido un negociador dentro de la institución. Paradójicamente, aunque es una institución armada, la FAN evita el conflicto. Se insiste mucho en que esto es un régimen militar y eso no es cierto. Es un régimen que se sostiene con el apoyo militar. Nicolás Maduro no llegó al poder a través de un golpe de Estado. Maduro es consecuencia de la deriva autoritaria que empezó con Chávez, quien tampoco llegó al poder con un golpe. Los que crearon las condiciones para que Chávez fuera presidente y le entregaran todo el poder, a través de la Constituyente, fueron los civiles. Los militares no crearon este problema, sino los civiles. Por eso están esperando que este problema lo resuelvan los civiles y esa es la excusa de los altos mandos para seguir apoyando a Maduro. Los oficiales venezolanos, en su mayoría, quieren un cambio, pero no hemos logrado coordinar el proceso para generar ese cambio.
“Yo veo una vía muy clara: Podemos negociar el intercambio de sanciones comerciales a cambio de condiciones electorales. Eso hay que plantearlo”
Pedro Benítez
-¿Qué es lo que no han encontrado los militares en Juan Guaidó y en la alternativa trazada por la Asamblea Nacional?
-El trabajo de las dictaduras es mantener a todos divididos y evitar que el descontento de la gente se organice en su contra. En 1958 se logró coordinar a una parte de la sociedad civil y la militar. ¿Y cómo se aborda esto? Con estrategia, teniendo una política clara. ¿Por qué los militares no le han retirado el apoyo a Maduro? Podemos explorar muchas teorías. Probablemente porque no tienen confianza del otro lado. Hay que entender que la institución militar es vertical y se basa en la obediencia. Los altos mandos han logrado mantener la cohesión y tienen un gran compromiso con el régimen. Habrán sacado el costo-beneficio de retirarle el apoyo a Maduro. Hay otro aspecto que hay que evaluar con seriedad. Esta situación a la que hemos llegado de fracaso parcial, porque no hemos conseguido una transición en Venezuela, no sólo es responsabilidad de la dirección política en Venezuela, también es un fracaso de la política exterior de Estados Unidos, que ha actuado de una manera muy torpe y descoordinada. Han hecho lo que muchos temíamos: Su actitud ha contribuido a cohesionar al régimen y no a dividirlo y fracturarlo. Y eso es lo que permite la transición a la democracia.
-¿Por qué la política de Estados Unidos tiene que ver tanto con Venezuela?, ¿se le dio demasiado poder a Estados Unidos?
-Se puso demasiado énfasis y confianza en que la acción de la comunidad democrática internacional sería decisiva, y se olvidó que los cambios ocurren dentro de las sociedades y dentro de los países. Esa acción de la comunidad internacional tiene un límite. No es absoluta.
“Se insiste mucho en que esto es un régimen militar y eso no es cierto. Es un régimen que se sostiene con el apoyo militar”
-Sin embargo, líderes como María Corina Machado podrían responderle que esto no es un gobierno, sino un ‘conglomerado criminal’ y corresponde a la comunidad internacional cercar a esta gente para obligarlos a rendirse. ¿Cómo evalúa esta posición?
-Es absurdo. Hay que decirlo claramente. El diagnóstico no tiene ni pies, ni cabeza. Todo régimen dictatorial siempre ha tenido características criminales. Esto no es peor que la Unión Soviética, ni que la España franquista, ni la Polonia comunista. Utilizar esas frases grandotas, que llaman mucho la atención, no contribuye a resolver el problema. Lo primero que debe hacer la dirección política opositora y los partidos de la Asamblea Nacional es no dejarse chantajear por grupos que tienen poca incidencia en la mayoría popular, y que nos están permanentemente empujando a callejones sin salidas. Hay un sector del antichavismo que no cree en la democracia y delira por un ‘Chávez de derecha’. La inmensa mayoría de los venezolanos queremos salir de este régimen, no para instaurar el otro extremo, sino para restaurar la democracia y hacerla mucho mejor que lo que vivimos anteriormente.
-¿Y la posición de Henrique Capriles, que habla de buscar un hecho político, de no ir a una elección tradicional con “afichitos”, sino organizar un acto de rebeldía?
-Yo creo que aquí hay que decirle la verdad a la gente. Esto no es cuestión de milagros, es un proceso político. No hay salidas fáciles, ni mágicas. Hemos tenido un problema de mal manejo de las expectativas. Si le dices a la gente que falta poco, pasan los meses y esto no se acaba; viene una gran frustración, que se convierte en rabia y se vuelve en tu contra. Aquí se cita mucho el discurso de Winston Churchill, en 1940, pero no se habla del contexto. Churchill no le dijo a los británicos: “Señores, en 6 semanas vamos a estar en Berlín”. No dijo eso, porque de lo contrario hubiese quedado como un hablador de tonterías y hubiese perdido credibilidad. Lo que dijo fue: “Estamos solos, están bombardeando, pero esto no tiene plazo. Lo único que les podemos ofrecer es que no nos vamos a rendir y sangre, sudor y lágrimas”. Y sobre eso hizo un llamado a la lucha. Ese es el mensaje que necesita la sociedad venezolana. Cuando planteas el asunto así, la perspectiva cambia totalmente y ganas credibilidad. El liderazgo tiene que recuperar credibilidad diciendo cosas sensatas, no parar ganar titulares. Se trata de algo muy serio, porque Venezuela no cayó en esto de la noche a la mañana. Esto es un proceso histórico y vamos a salir de esto por medio de un proceso histórico, pero hay que hacer las cosas con sentido común y seriedad y haciendo algo que por lo general a los políticos y a la sociedad en general le cuesta hacer, que es decir la verdad y asumirla.
“Hay un sector del antichavismo que no cree en la democracia y delira por un ‘Chávez de derecha’”
-El sacerdote José Virtuoso dijo en entrevista con La Gran Aldea que ‘es momento de reorganizar el Gobierno interino en función de lo que padece el país’. ¿Cómo se reorganiza el Gobierno interino para que recupere esa credibilidad? La discusión de la gente no es si va a las elecciones, es si tiene carne en la nevera.
-La gente no es tonta y sabe que para resolver el problema de su nevera, de la electricidad o de la salud necesita un cambio político, porque Nicolás Maduro ha demostrado suficientemente que no es capaz o no quiere resolver estos problemas. La gente lo que quiere de la dirección política es que concrete el cambio que ofreció. ¿Cómo ocurre ese cambio?, ¿por un hecho milagroso?, ¿porque lleguen los marines? Lo que hay que plantear es que el centro de la política opositora tiene que girar en torno a la lucha por elecciones libres, justas y transparentes. El derecho a votar es la principal herramienta para lograr un cambio político que nos lleve a una transición.
-Se pone en el tablero esa elección legislativa que la oposición califica como fraude. ¿Qué hay que hacer si no se participa en la elección?, ¿qué camino se toma?
-Yo puedo decir que no participo en esta elección, pero ¿por qué?, ¿porque estoy esperando por los marines y porque gane Donald Trump? Yo decido que tácticamente no participo, porque estoy denunciando la falta de condiciones. Si decido no ir, tengo que explicar mi estrategia. La gente necesita un mensaje.
“En 1958 se logró coordinar a una parte de la sociedad civil y la militar. ¿Y cómo se aborda esto? Con estrategia, teniendo una política clara”
-Con el panorama pandémico pareciera que Maduro ya se aseguró el año 2020, por las dificultades de hacer una protesta coordinada. ¿Cómo se hace política en pandemia?
–Miremos nuestra propia historia. ¿Cómo hacían política en los años ‘30 en medio de paludismo y sin vías de comunicación?, ¿cómo hacían política durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez? Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba se enviaban papelitos para comunicarse. No convirtamos las dificultades en una excusa para justificar lo que no hemos conseguido. La tecnología está a favor de quienes buscan un cambio democrático en el país. El problema es el mensaje. Espacios como éste dan la oportunidad de enviar un mensaje que intente ser orientador y contribuya a construir salidas.
-¿Qué pasó después de que se ganó la Asamblea Nacional?, ¿por qué se perdió ese capital político?
-No se leyó correctamente cuál era el cuadro político del país. La oposición ganó las elecciones, pero el chavismo y su alianza militar no estaban pulverizados. La dirección política pensó que el trabajo ya estaba hecho. Yo no quiero cargar más contra ellos. Creo que fue una equivocación colectiva. En ese momento se imponía una negociación, porque habías ganado una elección. Tenías el poder del voto, pero ellos tenían la fuerza militar, el control a través de la represión y el TSJ. Lo que se imponía era una negociación, lo que pasa es que a veces decimos que hay una dictadura, pero no actuamos en consecuencia. Le pedimos a la dictadura que nos conceda condiciones electorales y no lo va a hacer sin pelear, porque Maduro sabe que la mayoría lo derrotaría. Tenemos que poner los pies sobre la tierra.
-Varias veces se ha ido a esas negociaciones como las de Noruega y República Dominicana, ¿por qué han fallado?
-Es difícil saberlo. El régimen sabe que cualquier negociación los lleva a la salida del poder. Como en tantas autocracias, el Gobierno es una coalición de intereses y tienen tantas disputas como las hay en la oposición. La diferencia es que el chavismo las disimula muy bien y de este lado son muy evidentes. Construir una transición a la democracia está lleno de incertidumbres y variables que no puedes controlar. Lo que sí podemos controlar es enviarle un mensaje claro al país. Hay que salir del terreno de la ambigüedad, porque la sociedad venezolana necesita orientación, alguien que le diga la verdad: Que no hay salidas mágicas.
-Ese construir un proceso no avizora una salida rápida. ¿Maduro pasa 2020 sin sufrir mayor daño político? Como le dije antes, ¿se asegura 2020?
-El juego de Maduro es empeorar las condiciones electorales. Maduro sabe, mejor que nadie, el rechazo que tiene en la población. Yo veo una vía muy clara: Podemos negociar el intercambio de sanciones comerciales a cambio de condiciones electorales. Eso hay que plantearlo. Pedimos a la comunidad internacional que te reitere sanciones económicas a cambio de que des condiciones electorales a ver qué responde el régimen, pero tienes que buscar cómo romper la coalición interna.
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