De noche se escuchan disparos, de día hay que madrugar y buscar ingresos, en medio de la bulla, la violencia, la pobreza y el movimiento de los mercaderes. Así es Petare, la barriada más grande de Venezuela, que el pasado 17 de febrero cumplió 400 años de fundada. Pero organizaciones de la sociedad civil que allí convergen buscan, a través de la cultura, borrar las etiquetas que los definen.
Por Adriana Núñez Rabascall- VOA
«Petare es un mundo dentro de Caracas. Es un entorno lleno de muchos contrastes, son muchas realidades las que conviven acá», explica el joven historiador Jesús Piñero, nacido y criado en esta ciudadela, de casas de bloque y zinc, construida sobre las colinas que rodean la capital venezolana.
El complejo de al menos 30 barriadas está entre las tres comunidades más peligrosas de Venezuela. Petare llegó a tener, en 2018, una tasa de 102 homicidios por cada 100.000 habitantes, según el Observatorio Venezolano de la Violencia.
«A pesar de que Petare resalte en la prensa por ser un barrio peligroso, la criminalidad, las drogas, lo otro. Digamos que existe una red de solidaridad vecinal, que ha servido para paliar situaciones difíciles”, explica Piñero, quien da fe de ello. En 2016, recibió un disparo y logró llegar a la sala de urgencias gracias a una enfermera vecina, pues en el hospital a donde fue llevado no había personal para atender heridos de bala y los especialistas temían que se tratara de un delincuente, atacado en medio de un enfrentamiento entre bandas enemigas.
«La persona que me deja ingresar es una señora a quien, toda la vida, mi mamá le ha prestado la manguera del agua y entré gracias a ella, porque dijo que yo era un chamo, estudiante, que no me metía con nadie”, dijo Piñero a la VOA.
Los habitantes de Petare, el barrio más grande y con mayor índice delictivo de Venezuela, deben sumar a la preocupación por el contagio de la COVID-19, la falta de agua desde hace varias semanas.
Aunque las cifras de criminalidad bajaron con la pandemia, el estigma sigue intacto. «Eso hizo que uno creciera creyendo que el gentilicio de uno era una alerta. Por ello, vas desarrollando como una vergüenza al mismo sitio de donde tú eres, que fue lo que me pasó a mí», señala el comediante Iván Zambrano, para quien reconciliarse con su origen ha sido una vía para mostrar otro rostro de Petare. El miedo a ser presa del hampa lo hizo evitar relacionarse con su propio entorno.
“No puedes andar toda la vida pensando que aquí hay más plomo que gente. Petare es lo que se dice, pero también lo que se calla. Para cambiar esa percepción que tenemos de Petare, hay que cambiar la manera en que nos dirigimos a ella», apunta.
Jaime Pérez ha vivido tres décadas en Petare. Es fundador de Zona de Descarga, un movimiento ciudadano que promueve conciertos, proyecciones cinematográficas al aire libre y exposiciones en la superpoblada comunidad.
«Sabemos que existen desigualdades, pero el país está necesitando de que se visibilice lo positivo de los barrios y Petare tiene lo positivo. Tiene una Miss Venezuela como Isabella Rodríguez, uno de las grandes ligas como Luis Sojo, la periodista reconocida por la revista TIME, Luzmely Reyes. ¿Qué es lo que pretendemos? Con el arte y la cultura, transformar”.
Además de intentar acabar con los prejuicios, los petareños han querido celebrar el cuatricentenario de su barrio convirtiendo las esquinas, donde hay temor a las balas, en espacios de entendimiento y recreación.
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