En estos seis primeros meses del año 2021 ocurrieron 91 muertes violentas en el estado Lara, cifra que si se compara con la de otros años es baja, pero la diferencia está en que Iribarren continúa siendo el municipio más sangriento.
Euseglimar González | La Prensa de Lara
Las muertes por hechos violentos en Lara bajaron en comparación al primer semestre del año pasado donde se cometieron 183 crímenes, de los cuales 134 fueron por presuntos enfrentamientos.
Sin embargo, este año el 65.9 por ciento de las muertes se registraron en Iribarren, seguido de Palavecino donde se cometieron 12 crímenes, mientras que en Andrés Eloy Blanco ocurrieron 5, en Jiménez, Simón Planas y Torres tres, en Urdaneta y Morán igualaron con dos cada uno, esto según las cifras que a diario lleva LA PRENSA.
De esas 91 muertes, 49 personas murieron en manos de la delincuencia, mientras que 42 cayeron en manos de los cuerpos de seguridad en presuntos enfrentamientos. El panorama durante los seis primeros meses no cambió, los meses más sangrientos fueron; enero con 24, marzo con 17 y el finalizado mes de junio cerró con 14 muertes.
El móvil manejado en los 91 crímenes fue ajuste de cuentas o venganza con 13 muertes, seguido de las riñas con doce y en robos seis. También se perpetraron tres infanticidios, en dos de los casos eran recién nacidos y el último hecho conmocionó a la región larense, pues un padrastro asesinó a una niña de apenas 1 año de edad en el municipio Morán.
A 63 personas les cegaron la vida a punta de disparos, mientras que otro grupo murieron por heridas por puñaladas, golpes o estrangulamientos.
Parroquia candela
Aunque los crímenes en el estado Lara han disminuido en comparación a años anteriores, la violencia sigue. Iribarren continúa en el primer puesto más sangriento y sus parroquias siguen siendo las más candelas, pues en Ana Soto, antigua Juan de Villegas, no solo crece en población sino también en crímenes perpetrados.
Según fuentes policiales, Ana Soto es una de las parroquias en donde más patrullaje policial se hace, sin embargo, vecinos de varios sectores aseguran que pocas son las unidades que se ven en la zona.
«Si bien es cierto que los homicidios han bajado, los índices delictivos no, porque en Ana Soto siguen cometiéndose robos, hurtos y demás», comentó Alejandra Silva, habitante de una de las parroquias más grandes de Latinoamérica.
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