Venezuela alcanza de nuevo una producción de un millón de barriles diarios de petróleo y el régimen de Nicolás Maduro saca pecho tras una drástica caída en los últimos años.
El ministro de Petróleo de Venezuela de la dictadura madurista, Tareck El Aissami, ha declarado que se ha revertido la tendencia a la baja, “a pesar de las amenazas del bloqueo criminal”, impuesto por Estados Unidos al régimen de Nicolás Maduro.
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El propio Maduro celebró el aumento en una entrevista concedida al periodista español Ignacio Ramonet, difundida por la televisión estatal el pasado sábado. De esta forma, el régimen considera que está cumpliendo con la meta que se había fijado para el año pasado tras el histórico desplome de estos años de crisis económica y política, que llegaron a colocar la producción local en apenas 350.000 barriles diarios en 2020. Venezuela, tradicionalmente una de las potencias energéticas del mundo, tenía una producción histórica de un promedio de tres millones de barriles diarios.
La información oficial ha sido recibida con cautela por analistas y observadores independientes, y en algunos casos directamente desmentida, aunque ninguna fuente niega que la recuperación de la producción es un hecho, y que el país probablemente se aproxime a la zona del millón de barriles diarios hacia el mes de febrero
Los altos precios, y una política no declarada de flexibilización de sanciones por parte de Estados Unidos, han permitido a Caracas comercializar con un poco más de comodidad su petróleo, y fundamentan, en parte, el pequeño alivio de la dramática situación económica del país tras el desplome de la etapa de Maduro.
Rafael Quiroz, economista especializado en la materia y profesor de posgrado de la Universidad Central de Venezuela, asegura que el país se acercó a los 800.000 barriles diarios en diciembre, y que la recuperación se debe, en parte, a la alianza con el régimen de Irán, que ha proporcionado a Venezuela nafta y diluyentes para reactivar los pozos de crudo extrapesado de la zona de producción de la Faja del Orinoco.
“Esto a pesar de que no deja de haber muchos inconvenientes por la calidad del crudo que se está diluyendo. La situación de la industria petrolera venezolana sigue siendo dramática. No hemos llegado al millón de barriles. El Aissami miente deliberadamente en este momento”, asegura.
“El aumento es real, pero es el resultado de abrir lo que se denomina la producción cerrada, con una inversión limitada. La producción había caído por causa de las sanciones internacionales, pero no la capacidad de producción local”, explica el especialista Francisco Monaldi, consultor internacional y profesor titular del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA). “No se ha perforado un nuevo pozo desde hace año y medio. Básicamente, estamos volviendo a los niveles de producción de comienzos de 2020”.
Monaldi sostiene que el ministro El Aissami, y el actual presidente de PDVSA (petrolera estatal), Asdrúbal Chávez, han construido un sofisticado sistema para evadir las sanciones internacionales, comercializar crudo, y recibir, sobre todo, ayuda de Teherán, cuyo régimen es uno de los aliados geopolíticos de Caracas. El incremento actual de la producción de crudo se ha materializado, también, gracias a la reactivación de algunos proyectos con China y la estadounidense Chevron, que cuenta con un permiso especial de Washington para seguir operando en el país.
“Algunos reportes informan de que en ciertos días se ha llegado al millón de barriles, pero eso es consecuencia de la incorporación de estos condensados que se han comprado a Irán”, añade el experto.
Maduro ha dicho que la meta de 2022 es llegar a los dos millones de barriles diarios, un horizonte que los expertos consideran muy remoto si no son levantadas las sanciones internacionales. “Venezuela está llegando al techo de su producción, que ciertamente viene subiendo, pero con una capacidad que tiene un límite”, afirma Monaldi.
“Aumentarla requiere inversiones fuertes, perforar nuevos pozos y luego mantenerlos. Eso está por verse. Es cierto que los altos precios actuales le otorgan al Gobierno un margen y le ayudan. La producción está subiendo y puede subir más, sin duda, pero estimo que no va a ser demasiado. Sería necesario, además, que los chinos se animen a hacer nuevas inversiones con PDVSA”, añade.
Antes de las sanciones internacionales, la producción petrolera venezolana promediaba el millón y medio de barriles diarios. El otro poderoso motor petrolero nacional fue usado por Hugo Chávez (fallecido en 2013) para fundamentar una agresiva diplomacia que perseguía ampliar el espectro político de la revolución bolivariana en América Latina, en el contexto de la estrategia “multipolar” que pretendía colocar contrapesos a los intereses de Washington en la región.
La politización de sus objetivos, la marcha de personal cualificado, y la corrupción durante las administraciones de Rafael Ramírez, Alí Rodríguez Araque y Eulogio del Pino al frente de Petróleos de Venezuela (PDVSA), produjo el declive progresivo de la que fue considerada la sociedad mercantil más poderosa de América Latina, según la revista América Economía, y, a la larga, sentó las bases del derrumbe económico nacional de los últimos seis años.
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