El país de América Latina con vínculos más estrechos con Bielorrusia es Venezuela, lo que quedó de manifiesto con el rápido reconocimiento de Caracas a la cuestionada reelección de Aleksander Lukashenko hace unos días.
Por BBC
Buena parte de la comunidad internacional ha puesto en duda la limpieza de los comicios del pasado 9 de agosto en la antigua república soviética y el país se ha visto sacudido por una gigantesca ola de protestas.
Pero el dictador venezolano Nicolás Maduro, fue uno de los primeros en felicitar a su viejo aliado bielorruso por lo que no dudó en calificar de»inobjetable victoria».
Y en su mensaje a Lukashenko, Maduro también expresó «su deseo de profundizar aún más las excelentes relaciones con Belarús», aunque según Arsen Sivitski, director del Centro de Estudios Estratégicos y de Política Exterior de Bielorrusia, estas son solo una sombra de lo que llegaron a ser bajo el gobierno de Hugo Chávez.
«Durante el gobierno de Hugo Chávez, Bielorrusia llegó a tener relaciones verdaderamente sustanciales con Venezuela, incluyendo proyectos conjuntos de infraestructura, en petróleo y gas, y en el plano militar», explica Sivitski a BBC Mundo.
Y aunque bajo el régimen de Maduro las relaciones entre Caracas y Minsk «se deterioraron significativamente, y todos los proyectos de cooperación se congelaron», la importancia del apoyo político que todavía pueden prestarse los dos viejos aliados no debe desestimarse, especialmente en la medida en que los retos que hoy enfrenta Lukashenko se asemejan a los de su similar venezolano.
«Se pueden establecer paralelos entre Bielorrusia y Venezuela, especialmente en lo que tiene que ver con la crisis de legitimidad que afecta a sus gobiernos», le dice Sivitski a BBC Mundo.
«Por ejemplo, en Venezuela hay dos gobiernos: el de Maduro (que es el reconocido por las actuales autoridades bielorrusas), y el del líder de la oposición, Juan Guaidó (al que reconocen la mayoría de países occidentales)».
«Y varios gobiernos occidentales no reconocen la victoria de Lukashenko y están considerando reconocer a Svetlana Tijanóvskaya, su principal rival en las elecciones presidenciales, como la líder legitima de Bielorrusia».
Otro parecido mencionado por Sivitski es que, al igual que sus contrapartes venezolanas, «las actuales autoridades bielorrusas también afirman que las protestas están siendo coordinadas por actores externos, especialmente Estados Unidos».
«Y Lukashenko seguramente espera que los países latinoamericanos con los que Bielorrusia comparte membresía en el Movimiento de Países No Alineados (NOAL) lo reconozcan como el presidente legítimo», agrega el analista.
De la mano de Chávez
De hecho fue precisamente durante la cumbre de los NOAL celebrada en 2004 en La Habana que Lukashenko empezó a tratar de fortalecer los vínculos entre Bielorrusia y América Latina, empezando por su más antiguo aliado en el continente, Cuba.
En esa ocasión, el mandatario bielorruso anunció una nueva era de relaciones entre ambos países, formalizadas dos años después de que Bielorrusia declarara su independencia tras el colapso de la Unión Soviética.
«América Latina está irrazonablemente relegada en nuestra política exterior. No le hemos puesto suficiente atención a la región, aunque somos aliados naturales», dijo en esa oportunidad Lukashenko.
Y vía Cuba, Bielorrusia rápidamente empezó a estrechar lazos con Venezuela, que terminó desplazado a la isla para convertirse en su principal socio en la región latinoamericana.
Para Sirhei Bohdan, del Instituto Bielorruso de Estudios Estratégicos, la mucho mayor capacidad económica de la Venezuela de Hugo Chávez y sus ambiciones en el plano internacional ayudan a explicar ese desplazamiento.
Mientras que Sivitski también destaca la buena química personal entre Lukashenko y Chávez, así como las necesidades bielorrusas de diversificar sus fuentes de petróleo y gas luego de los primeros conflictos comerciales significativos con Rusia.
De hecho, mucha de la relación entre ambos países tuvo como protagonista al petróleo venezolano, primero en la forma de embarques de crudo hacia Bielorrusia, y luego con la creación de empresas mixtas para la explotación y exploración de hidrocarburos, como Petrolera BeloVenezolana, Sismica BeloVenezolana y Venezuelagazstroy.
En el plano militar, Bielorrusia también envió armas y asesores militares a Venezuela, jugando un papel clave en la instalación de su propio sistema de defensa antiaérea.
Y las inversiones bielorrusas en el país también incluyeron fábricas para el montaje de camiones y tractores, así como la construcción de una planta de materiales de construcción descrita por el portal del Ministerio de Relaciones Exteriores de Bielorrusia como «la más grande de su tipo en América del Sur».
Con se tipo de inversiones, que Bielorrusia aspiraba a replicar especialmente en los países de la órbita venezolana, el país europeo esperaba jugar un rol cada vez más importante en el proyecto modernizador de Chávez.
Según Sivitski, sin embargo, los esfuerzos por establecer proyectos de cooperación significativos en países como Ecuador y Brasil no prosperaron.
Y el panorama cambió radicalmente luego de la muerte de Chávez, en marzo de 2013, y la profundización de la crisis económica que ya venía insinuándose en el país sudamericano.
El declive
Efectivamente, según Tatsiana Melnychuk, de BBC Rusia, los lazos económicos más productivos entre Bielorrusia y Venezuela se dieron en el período de 2008 a 2012.
En ese último año, por ejemplo, el comercio entre los dos países ascendió a US$580,7 millones, de los cuales US$254,4 millones fueron exportaciones bielorrusas.
La gran mayoría de las importaciones bielorrusas, por su parte, fuero de petróleo venezolano, pero los suministros de crudo ya registraban una reducción significativa en comparación con los años anteriores.
Y siempre según Melnichuk, para 2014 el volumen de comercio bilateral ya había disminuido en un 85% con respecto al año anterior, despareciendo casi por completo en los siguientes cinco años.
Así, según datos del Comité Nacional de Estadística de la República de Bielorrusia, en los primeros ocho meses de 2019 el intercambio comercial entre ambos países sumó únicamente US$35.000, a pesar de que el intercambio comercial con toda América Latina en ese año sumaba US$1.400 millones.
De esa cifra, US$769,9 millones fueron exportaciones bielorrusas, en su mayoría fertilizantes destinados a Brasil.
Entre otros factores, Sivitski atribuye ese desplome al rol cada vez más protagónico de Rusia en la región latinoamericana.
«En muchas formas, en América Latina Bielorrusia y Rusia competían por influencia y por proyectos de cooperación, especialmente en petróleo y construcción, y en el caso venezolano también cooperación técnica militar», explica.
«Pero ahora Rusia ha remplazado completamente a Bielorrusia como un actor en Venezuela y se ha convertido en el principal socio militar de Caracas», le dice a BBC Mundo.
Los problemas económicos de Venezuela y el manejo de la relación bilateral por parte de Nicolás Maduro, sin embargo, también son un factor importante.
«Lukashenko y Chávez eran amigos, se conocían muy bien y compartían la misma ideología. Pero Maduro es alguien muy diferente: no tiene carisma y el primer tema que puso en la agenda cuando llego al poder fue el de la deuda entre ambos países», explica Sivitski.
«Los problemas económicos arruinaron completamente la relación», sostiene el analista.
¿Mismo camino?
Luego de los polémicos comicios del 9 de agosto, sin embargo, Lukashenko ha terminado pareciéndose más a Maduro que a Chávez.
A Maduro se le acusa también de haber cometido fraude en las presidenciales de mayo de 2018.
Y Sivitski cree que la situación en Bielorrusia puede evolucionar de la misma forma que la de Venezuela, al menos inicialmente.
«Yo preveo una crisis política larga, con Lukashenko manteniéndose en el poder, especialmente porque sus principales adversarios políticos han abandonado el país y están dispersos: algunos están en Moscú, otros en Vilnius, otros en Kiev…», explica.
«Además, Lukashenko sigue controlando las instituciones del Estado y las fuerzas de seguridad», le dice a BBC Mundo.
Maduro comparte igualmente con el líder bielorruso el control de esos estamentos en Venezuela.
Pero el director del Centro de Estudios Estratégicos y de Política Exterior de Bielorrusia también advierte que la situación podría tomar otro cariz si el líder bielorruso se excede en el uso de la fuerza, algo de lo que también se acusó a Maduro en los cuatro meses de protestas en 2017.
«La sangrienta y brutal represión de las protestas del 9 de agosto, luego de las elecciones presidenciales, ha atizado las protestas, porque esa fue una línea roja incluso para algunos de los simpatizantes de Lukashenko», explica.
«Así que si solamente usa la fuerza para tratar de recuperar el control, lo único que va a hacer es profundizar su crisis de legitimidad y eso podría terminar provocando un golpe de Estado, porque empiezan a verse algunas divisiones en la elite, incluyendo en las fuerzas de seguridad», le dice a BBC Mundo.
En ese caso, la historia podría tener una conclusión diferente a la de Venezuela.
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