Con todas las dificultades habidas y por haber, grupos de personas provenientes del interior del país se siguen arriesgando a llegar a la frontera. Y es que la crisis golpea a unos con más dureza que a otros, por lo que muchos deciden emigrar para ver si su suerte cambia.
Fabiola Barrera | La Prensa Táchira.
Este es el caso de un grupo de jóvenes oriundos del estado Yaracuy. Un grupo de doce caminantes encontró en uno de los kioscos adyacentes a la conocida Curva de Los Peluches, un refugio para resguardarse del torrencial aguacero que caía este lunes.
Sentados unos y otros aprovechando para reponer fuerzas, estuvieron dispuestos a atender al equipo de La Prensa y contar su historia.
Tres días de trayecto llevaba este grupo de diez adultos y dos pequeñas niñas desde Yaracuy. Si bien aseguran que no les ha ido tan mal, la caminata los dejó exhaustos. Sin necesidad de hablar, el calzado lo decía todo. Uno de ellos llevaba un par de cholas plásticas remendadas con alambres, ya que no aguantaron la larga caminata.
«Desde el viernes a las seis de la mañana salimos desde allá. Hemos venido caminando y hemos tenido suerte con las colas. Como llevamos dos barrigonas (embarazadas), cuando pedíamos cola la gente nos la daba», comenta Greixon Samuel Torres.
Con cinco meses de embarazo, Andreina Rodríguez decidió salir de la casa de su mamá sin un bolívar encima, pero con la motivación creciendo en su vientre. «Allá no estaba haciendo nada. Mi mamá es la que trabajaba y yo la ayudaba cuando limpiaba casas. Pero ya no se puede y decidí venirme con mi esposo».
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