El momento más extraordinario en la vida del joven pescador comenzó de la manera más mundana: con una visita matutina a la letrina.
Por Anatoly Kurmanaev /
Mientras caminaba de vuelta a su choza con techo de zinc en la costa caribeña de Venezuela, el pescador, Yolman Lares, vio algo que brillaba en la orilla. Rastrillando su mano por la arena, sacó un medallón de oro con una imagen de la Virgen María.
En el pueblo de Guaca, que una vez fue el centro de la industria de procesamiento de pescado de Venezuela, pero ahora se encuentra reducido a la penuria por la falta de gasolina y el cierre de la mayoría de sus plantas de procesamiento, el valioso hallazgo parecía un milagro.
“Me puse a temblar, lloré de alegría”, dijo Lares, de 25 años. “Fue la primera vez que me pasó algo bonito”.
En casa, Lares le contó a su suegro, también pescador. La noticia del descubrimiento se difundió rápidamente, y pronto la mayoría de los 2000 residentes del pueblo se unieron a una frenética búsqueda del tesoro, peinaron cada centímetro de la costa, cavaron alrededor de los barcos pesqueros desvencijados, incluso durmieron en la playa para proteger sus pocos metros cuadrados de arena y la fortuna incalculable que la parcela podía contener.
Desde finales de septiembre, su búsqueda ha dado como resultado cientos de piezas de joyas de oro y plata, adornos y pepitas de oro que aparecieron en su costa, ofreciendo a los aldeanos un desconcertante y maravilloso —aunque efímero— respiro del aparentemente interminable colapso económico de Venezuela.
Decenas de pobladores dijeron haber encontrado al menos un objeto precioso, por lo general un anillo de oro, y hay reportes sin confirmar de que algunos han vendido sus hallazgos por hasta 1500 dólares.
Para muchos aquí, el inesperado botín fue un mensaje de esperanza.
“Esto es Dios, poniendo su agenda”, dijo Ciro Quijada, trabajador de una planta pesquera local que encontró una sortija de oro.
Nadie sabe de dónde vino el oro y cómo terminó esparcido a lo largo de unos pocos cientos de metros de la estrecha y ordinaria playa de Guaca. El misterio se ha fusionado con el folclore, y las explicaciones se basan tanto en las leyendas de los piratas caribeños como en las tradiciones cristianas y en la desconfianza generalizada hacia el gobierno autoritario de Venezuela.
La escarpada costa alrededor de Guaca, en la península de Paria de Venezuela, está salpicada de bahías e islas que durante mucho tiempo han dado refugio a los aventureros.
Fue en esta península, en 1498, que Cristóbal Colón puso por primera vez el pie en el continente sudamericano y pensó que había encontrado las puertas del Edén.
Más tarde esta costa poco defendida fue regularmente asaltada por bucaneros holandeses y franceses. Hoy en día, es un refugio para los contrabandistas de drogas y combustible y los piratas contemporáneos, que se aprovechan de los pescadores.
¿Una tormenta remeció el cofre del tesoro de un pirata o quebró una fragata colonial hundida? ¿Vino la riqueza de los contrabandistas modernos que se dirigían a la cercana Trinidad? Durante semanas, Guaca se inundó de especulaciones.
Los opositores del gobierno dijeron que los funcionarios de la zona podrían haber esparcido el oro en la playa para calmar las protestas de los residentes locales contra las terribles condiciones de vida. A otros les preocupaba que el gobierno enviase soldados para confiscar su tesoro.
Algunos pobladores llamaban al oro una bendición, otros una maldición que condenaría a cualquiera que lo tocase.
Para leer la nota completa pulse Aquí
Si quieres recibir en tu celular esta y otras informaciones descarga Telegram, ingresa al link https://t.me/albertorodnews y dale click a +Unirme.