Los primeros días de diciembre de 1.999, con nubes grises de mucha lluvia comenzaba a empapar las montañas del estado Vargas con unas precipitaciones de más de 8 a 12 horas continuas.
Por Cesar Saavedra | lapatilla.com
El 15 de diciembre el para entonces presidente Hugo Chávez realizaba el llamado a los venezolanos a votar para el referéndum de la Constitución Nacional para atornillar más su revolución, donde el sonido de la lluvia se convertía en tenebroso y preocupante, ya que la intensidad era inusual.
Muchos habitantes no le daban mayor importancia hasta que el sonido de la lluvia empezaba a ser temido y las calles comenzaban a correr mucho más fuerte la corriente de agua que bajaba por las montañas del Ávila.
En la población de Carmen de Uría de la parroquia Naiguatá, hoy en día declarada camposanto, fue el sector mayor sepultado entre lodo y piedra que bajaban de la montaña que ya no aguantaban más agua.
Ríos de agua, lodo y piedra comenzaban a rasguñar las montañas llevándose todo lo que encontraba a su paso en todos los sectores, desde las costas de las salinas hasta la sabana.
Partes como Montesano, Pariata, el Rincón, Maiquetía, Casco Histórico de la Guaira, Macuto, Los Corales, EL Caribe, Tanaguarena, Naiguatá, Carmen de Uría, Los Caracas y otros, vivieron el terror de ver sus casas inundadas de lodo, destrozadas por las corrientes de agua, hasta sentir en fin del Mundo.
Familiares, vecinos aterrorizados buscando ayudar cuando la corriente se arrastraba a cualquiera de ellos sin poder salvarse. Para muchos perdieron su vida, familias amigos y volver a comenzar desde cero sin nada que en sus manos.
A pesar de que se realizaron muchos rescates y evacuar a las personas de las zonas de peligro, muchos se aferraron a los material y no dejar sus casas que hoy en día no se encuentran, ya que la naturaleza acabo con lo que muchos años de esfuerzo y trabajo construyeron se perdiera en segundos.
Recordar el vandalismo generado por las casas solas donde entraban y saqueaban todo lo que encontraban, hubo enfrentamiento entre ladrones y efectivos policiales donde algunos fallecieron allí y otros puestos en prisión, las invasiones también fueron causas de enfrentamientos entre dueños y personas que perdieron todo, muchos caminaban descalzos, desnudos, sin saber dónde estaban sus seres queridos.
La conexión por carretera por Caracas quedó interrumpida por los aludes, y una multitud de personas que lo habían perdido todo buscaba cómo escapar de la zona de la catástrofe, en la que ya no funcionaban ni el suministro eléctrico ni el servicio telefónico.
Quienes participaron en la ayuda recuerdan el caos en el que se llevó a cabo, algunos tropezaban con los cadáveres que encontraban entre los vivo, padres que fallecían aguantando a sus hijos y quedaban enterrados para poder salvarlos.
Ante esta catástrofe los venezolanos conmovidos nunca pararon de ayudar y colaborar con sus hermanos de Vargas, aunque no fuese suficiente para borrar de sus mentes esos días de terror.
Hoy en día muchas de las familias viven en otros estados y algunas volvieron a su pueblo o parte cercana al no adaptarse en otra población. El Varguense es propio de su tierra su sentido de pertenencia lo mantiene pero con un recuerdo muy triste que nunca olvidaran.
Siempre el Guairista buscara y tendrá un mejor desarrollo mientras sus habitantes cuiden y mantengan lo que han reconstruido.
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