Jonathan, un zuliano de 25 años, revende ilegalmente la gasolina en Maracaibo para así poder llevar comida a su familia compuesta por su su madre, una hermana, un tío y cuatro sobrinos.
Jonathan pregona en silencio. Solo sube y baja un envase plástico de refresco familiar, cortado por la mitad, en una acera de la avenida 8 de Maracaibo. Y él, de pie, inalterable.
Dos choferes se detienen cerca. Primero, un treintañero. Luego, una señora entrada en sus 50. Le gritan la misma pregunta desde sus vehículos: “¿En cuánto el “punto”?”, y este responde que “en 12 dólares, patrón”.
En términos del contrabando, el “punto” son 20 litros de gasolina, según reseña Voz de América este lunes.