La lucha que día tras día enfrentan los venezolanos la comparte también John Pardo, un hombre que desde hace 25 años recorre los caminos de la vida en una silla de ruedas y despierta todas las mañanas en una ciudad que no es Caracas, lejos de El Ávila y de todos los paisajes, olores y momentos que lo acompañaron durante su niñez y juventud.
Con tan solo cinco años pasaba la mayor parte del tiempo en la cocina de su casa, curioso y apasionado por los colores, olores y sabores de la comida.
Su amor por cocinar lo fomentaron su madre y su abuela, sus mejores maestras. Con su padre viajó por diversos países del mundo en la búsqueda de nuevos ingredientes que fascinaran su paladar; sin embargo, su parte favorita era sobrevolar las playas de Vargas, aterrizar en el aeropuerto de Maiquetía y regresar a Caracas, donde lo recibía la calidez de casa, reseñó Génesis Herrera de El Diario de Caracas.
De madre estadounidense y padre venezolano, John Pardo, diseñador e inversor de bienes raíces, siempre fue un joven activo que practicaba surf, pesca submarina y buceo, una de sus actividades favoritas.
Caracas, su hogar, no solo fue la ciudad idílica en la que vivió sus mejores momentos, también fue donde su vida cambió para siempre. A sus 21 años de edad fue víctima de un asalto en Chuao que sería decisivo.
Recibió dos disparos, uno en el brazo y otro en la columna. El impacto en la espalda lo lanzó al suelo, y aunque el dolor lo atormentó, su brazo se desangraba y esa era su mayor preocupación. “Mi vida se acabó”, pensó. Pero su historia apenas comenzaba. Un doctor que pasó por el lugar lo auxilió, con sus dedos detuvo el sangrado y lo trasladaron al hospital.
Desde ese momento, y con un diagnóstico de parálisis en las piernas, se mudó a Estados Unidos, donde lo esperaba su madre. La ausencia de infraestructuras en Venezuela que le brindaran comodidad para su desplazamiento en silla de ruedas y la delincuencia lo empujaron a abandonar su país.
“Un disparo en la columna e inmediatamente sabes, cuando te caes al suelo, que no puedes mover las piernas. Te quedas completamente paralizado”, dijo John Pardo en exclusiva para El Diario de Caracas. Pero la vida no se paraliza, y eso Pardo lo entendió muy bien.
Su propia motivación le permitió seguir hacia adelante sin titubeos, siempre persiguiendo sus metas y convirtiéndose en un ejemplo de que cuando se quiere, se puede. “El amor a la vida, el amor a querer vivir fue lo que más me motivó. La vida me empuja hacia adelante, su belleza, su fragilidad, todo eso me motiva”, explicó.
Masterchef: una oportunidad inesperada
La cocina, su amor de siempre, le sirvió como terapia mientras se recuperaba del accidente. La posibilidad de participar en la segunda temporada de uno de los programas de cocina más reconocidos del mundo, Masterchef Latino, se presentó en su vida de manera imprevista, por la recomendación de un amigo.
Pardo, de 46 años de edad, siempre quiso cocinar de manera profesional y pensó que su participación en el reality podía ser una fuente de inspiración para personas que estuviesen en la misma condición que él.
No lo dudó, su mayor motivación era que la gente viera que pueden seguir sus sueños sin darle importancia a las dificultades. “Todo se juntó: mis ganas de cocinar, mi pasión por la comida y mis ganas de motivar a los demás”, explicó.
La comida siempre fue fundamental en su vida. De niño, John Pardo no pedía regalos, pedía que lo llevaran a comer a los restaurantes que no conocía. En el programa, como en la vida, John ha tenido que afrontar distintos retos. Separarse de su familia, sus amigos y estar solo participando en la competencia han sido algunas de las dificultades más grandes que ha tenido que enfrentar.
“Estar en Masterchef es una sensación totalmente distinta y ajena a lo que muchos llegan a experimentar. Estudias, comes, y sigues practicando técnicas de cocina”, contó.
Los retos que ha tenido que afrontar Pardo han sido numerosos, pero la organización del programa supo cómo recibir a su primer participante con discapacidad física.
El set fue adaptado por completo para él y para que su desplazamiento fuera más cómodo. Colocaron rampas e incluso un ascensor que lo lleva directamente al balcón del estudio. Todo se encuentra a su alcance y hasta cuenta con una plataforma que le permite cocinar con mayor altura.
“Me hace sentir increíble todo lo que han hecho”, aseguró. Pardo, quien siempre ha abogado por la inclusión, celebra que Masterchef lo haya incorporado a la competencia.
Para él, cualquier oportunidad es un buen momento para demostrar que no hay obstáculos que impidan luchar por los sueños, por los anhelos que día tras día lo motivan a seguir hacia adelante.
“Estar en Masterchef es un sueño, estar compitiendo en la cocina y tener todos los juguetes, los ingredientes para cocinar, definitivamente es un sueño”, dijo con emoción.
Sabores por descubrir
Pardo quiere llevarle al mundo sus conocimientos de la cocina, compartir con la gente los sitios en los que pueden conseguir los mejores ingredientes, conseguir la mejor sal, la mejor pimienta.
Al término de Masterchef, quiere que su próximo proyecto sea su propio programa de viajes culinarios, descubrir el origen de los mejores ingredientes en los sitios más remotos del mundo y llevarle esa enseñanza a cada persona.
“Quiero mostrarle a la gente cómo ha sido la evolución de las comidas, llegar al lugar del nacimiento de cada alimento, descubrir dónde se transforma la cocina a raíz de las migraciones, de la cultura. Mostrar dónde y cómo se hace un queso guayanés, por ejemplo”, detalló entre risas y el recuerdo de Venezuela, su país natal.
Su pasión por la cocina se encuentra en su punto más álgido y quiere transmitirle eso a las personas en distintos formatos, por lo que se encuentra trabajando en su propio libro.
Tiene más de 100 recetas documentadas y aunque todavía está en la búsqueda del título perfecto que recoja todo el contenido, cree que Cooking my way podría ser el definitivo.
Abrir su restaurante, inspirar en la cocina, dedicar parte de su tiempo para ayudar a personas que presentan un trauma parecido al de él y enseñarlos a tener una vocación inmediata como la cocina, son parte de otras metas que quiere alcanzar.
Con información de El Universal