Jillian Cannan suele ordenar paquetes por internet con frecuencia para su pequeño negocio, pero el 5 de junio empezaron a llegar cajas de Amazon a la puerta de su casa que nunca ordenó. Eran muchos paquetes. Algunos de ellos incluso fueron llevados en grandes camiones de entrega.
Después de recibir más de 100 cajas, Canann, quien reside en Buffalo, Nueva York, se vio rodeada de miles de artículos que no había ordenado ni quería.
En un principio, pensó que su socia de trabajo había hecho la compra, pero después de abrir algunos de los paquetes vio que contenían cientos de soportes de silicona de distintos tamaños, que son utilizados en tapabocas para niños y adultos.
“Cuando comencé a recibir los paquetes, llamé a Amazon para intentar devolvérselos, pero me explicaron que eran oficialmente míos ya que los habían entregado en mi casa”, cuenta Cannan.
Pasaron muchos días y los paquetes seguían llegando. Algunos en camiones de Amazon y otros de UPS y el Servicio Postal de Estados Unidos. Todas las cajas llevaban la dirección de la casa de Cannan, pero no la información del remitente o una dirección para devolverlas.
La mujer pasó horas hablando por teléfono con representantes de Amazon para tratar de esclarecer qué estaba sucediendo y encontrar a la persona responsable del error.
“Al principio estaba convencida de que se trataba de un fraude o quizás que alguien quería vaciar su almacén, pero no creo que ese sea el caso porque todos los productos eran iguales”, cuenta Canann.
Mientras tanto, los paquetes seguían llegado en inmensas cantidades por medio de camiones de carga. Su casa tenía tantas cajas apiladas que una vecina de Cannan le dijo que ya no podía ver la puerta principal de la vivienda.
La mujer publicó lo sucedido en su página de Facebook, y la publicación acaparó la atención de su comunidad y de la prensa local. Finalmente, Amazon acordó priorizar su caso y entonces recibió una llamada en la que le informaron que habían ubicado la orden original y borrado la dirección de su casa.
Le aseguraron que no recibiría más paquetes, excepto los que se encontraban en camino.
Pero tenía que determinar qué hacer con los miles de soportes de silicona para mascarillas. Entonces consultó con sus cuatro hijos cómo sacarles provecho a esos productos. Inspirada en su propio negocio, que se enfoca en proyectos de autogestión, a la familia Canann y la socia del negocio se les ocurrió una idea divertida para no desperdiciar lo que habían heredado.
“Dijimos: ‘¿cómo podemos sacar algo positivo de esta divertidísima historia?’”, cuenta Cannan.
“Entonces mi socia y yo nos comunicamos con el hospital infantil y decidimos hacer un proyecto de decoración de mascarillas e incluir los soportes en un pequeño estuche con un tapabocas en blanco y unas crayolas y calcomanías para que los pequeños se entretuvieran mientras están en el hospital”, relata.
Cannan le pidió a Amazon que donara el resto de los suministros necesarios para armar el kit. Después de todo lo que la hicieron pasar, pensó, era lo menos que podían hacer.
Amazon rechazó la solicitud inicialmente, pero Canann asegura que aún sigue negociando con los representantes de la empresa y está en espera de una respuesta final.
“Estoy tratando de darle un giro positivo a todo esto”, dice. “Tengo a cuatro hijos pequeños a los que estoy tratando enseñar a preparar ‘limonada con limones’”.
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