Las muertes de ex funcionarios relacionados a la trama de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), dos por supuestos suicidios, seguidas de las inmediatas declaraciones del Fiscal Tarek Saab, adelantando opinión sin que la necesaria rigurosidad y obviando que fueron interrogados en policías de Inteligencia sin la presencia de sus abogados de confianza. El fallecimiento del coronel Marino José Lugo Aguilar lanza interrogantes sobre las praxis violatorias de la Ley y los derechos humanos, incluyendo el uso de un polígrafo, en la sede principal de la Dgcim, manejado por personal entrenado en el extranjero.
Por Sabastiana Barráez | Infobae
“Todo los que operan el polígrafo son psicólogos militares asimilados; ese personal fue capacitado en Rusia y Cuba, es actualizado. Está en una sala de 3 cubículos, en el piso 3 de las instalaciones de la Dirección de Asuntos Especiales (DAE). El acceso es restringido”, le dijo a Infobae un ex funcionario de la Dirección General de Contrainteligencia Militar.
“El jefe de la sección de poligrafía es el Mayor Uzcátegui, a quien le sigue una capitana, una mujer de unos 1,77 metros de estatura, simpática, pelo negro, un poco rellena, no es flaca, pero tampoco gorda, y no es muy amable”.
El 17 de abril, a las 11 y media de la mañana, el periodista oficialista Eligio Rojas, muy cercano al Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), publicó que el oficial Lugo estaba siendo interrogado en la dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), lo que hace presumir que para ese momento ya Lugo estaba muerto, lo que dejó muchas interrogantes.
Desde hace años la DGCIM ha aplicado la tortura física a determinados militares y civiles, como lo demuestran informes internacionales de la ONU y otros organismos. Todos sufren las torturas psicológicas. Pero desde hace más de un año han usado el polígrafo sin autorización previa del detenido, a quien le suministran una sustancia que causa total relajación.
Un oficial, en conversación con Infobae, relata que “después que me llevaron al polígrafo entendí que están utilizando sustancias que se usan en la medicina bajo ciertas condiciones y que son muy peligrosas de aplicar sin considerar los aspectos médicos preexistentes de la persona. Eso lo supe después de que me liberaron y seguía sintiendo una especie de ataques que creí eran postraumáticos por el encierro”.
“Cuando acudí a los especialistas médicos y averigüé con compañeros militares entendí lo que esos maniacos de la Dgcim están haciendo con muchos detenidos. Aplican un tipo de sustancias como la atropina, por ejemplo, u otras poderosas sustancias para causar la relajación de los músculos y que uno terminé confesando lo que no ha hecho. La doctora que me trata me reveló que en algunos casos puede causar las reacciones del consumo de drogas, delirios y la muerte”.
“Yo aun no sé qué pasó después de que me dieron algo que me relajó, como si estuviera demasiado tranquilo e incluso ya no tuve miedo de lo que pudiera pasarme a mí, a mi familia, a mi carrera, nada, como si nada me preocupara. Incluso sé que tuve un delirio porque vi a alguien que ha estado en mi cerebro como una vieja fantasía”.
“Luego me pidieron grabar varios videos, y ni me resistí, de los que solo recuerdo fragmentos, pero me senté ahí, me colocaron el libreto al frente y leí lo que me decían; siempre dije mal una palabra y me hacían repetir la grabación. ¿Tú crees que me acuerdo cuál es esa palabra? Desde entonces me siento inseguro de todo, pero con la terapia va funcionando mejor”, finaliza diciendo.
El polígrafo
El coronel (Ej) Marino José Lugo Aguilar fue, en orden de mérito, el 103 de la promoción del Ejército 1999 “Coronel Miguel Antonio Vásquez Delgado”, cuyo padrino de promoción fue el entonces presidente de la República Hugo Chávez, y es catalogada como la primera promoción graduada en revolución.
El Alférez Mayor, número uno de la promoción, fue el Teniente Coronel Igbert José Marín Chaparro, quien estuvo seis años en los sótanos de la temida Dirección de Contrainteligencia Militar (Dgcim) y ahora en la cárcel de máxima seguridad El Rodeo I.
Marín llevaba una carrera impecable militarmente, siendo el jefe del Batallón de Infantería Motorizada “Juan Pablo Ayala”, cuando fue detenido en marzo de 2018. Mientras que el coronel Lugo Aguilar desempeñó cargos en la administración pública como gerente general de Seguridad del Banco del Tesoro, en una filial de la Corporación Socialista de Cemento y fue director gerente de Mercado Nacional de Pdvsa, en la administración del defenestrado Tareck El Aissami. Hoy está muerto.
La Fiscalía General de la República aseguró que la muerte del coronel Lugo la constataron “funcionarios especializados en patología, medicina forense y criminalística adscritos a la Dirección General de Apoyo a la Investigación Penal del Ministerio Público” quienes “acudieron al centro de reclusión respectivo para realizar reconocimiento del sitio del suceso”, sin indicar que fue en la DGCIM.
“La evidencia recabada por los especialistas establece preliminarmente que el deceso ocurrió por ahorcamiento”, dijo el Ministerio Público.
Que la muerte del coronel Lugo Aguilar, haya ocurrido bajo custodia de los funcionarios de la DGCIM, tomando en consideración el trino publicado por Eligio Rojas, configura que pudiéramos estar en presencia de un crimen de Estado.
Solo la Dirección de Asuntos Especiales (DAE) de la DGCIM, a cargo del teniente coronel Alexander Granko Arteaga, tiene oficialmente tres polígrafos, que solo se usarían previa autorización del director del organismo, MG (Ej) Iván Hernández Dala.
Hasta que salga bien
Una persona que estuvo detenida y sometida al polígrafo detalló, en conversación con Infobae, lo que vivió en su experiencia con el polígrafo. “Hay una preparación previa. Te preparan desde muy temprano. En tus propios recipientes de agua, los custodios después que nos gritan, golpean y amenazan, ese día llegan a traerte agua limpia en un envase nuevo. Ese único día te envían buen desayuno y buena cantidad, te hacen hidratarte mucho, pero raramente ellos te llevan el agua. Nadie te hace preguntas, ese día no te molestan”.
Llegó el momento. “Me buscaron en la celda. Me subieron a las oficinas de DAE; es un largo pasillo, al final del cual hay 3 cubículos y en cada uno hay un polígrafo. Me tomaron la tensión y cuando consideraron que estaba listo me pasaron”.
“En medio de los cubículos hay una salita con muebles negros y un tapiz en el suelo que parece, sin exagerar, diabólico; negro, sin estampado ni colores, es de una circunferencia de aproximadamente dos metros, parece piel de animal o algo así. Los cubículos son muy blancos, incluyendo las paredes; cuando estuve ahí pensé que era como estar en las nubes”.
“Entre al cubículo asignado y los operadores trataron de hablarme para entrar en confianza. Me dijeron que no tenía que ver con la investigación, me pidieron relajarme y que no estuviera nervioso”.
“Me colocaron aparatos en el pecho, la cabeza y los dedos. Las primeras preguntas son de calentamiento: ¿tienes hijos? ¿eres soltero? ¿fumas? ¿tomas alcohol? ¿te gustan los hombres? ¿te gustan las mujeres? ¿has matado? Luego empezaron a hacerme las preguntas reales de por qué me detuvieron. Todo es grabado y filmado”.
“Después del polígrafo sale uno como drogado y en estado de relajación extremo; te dan un guión y te colocan frente a una pizarra, encienden una cámara y te hacen repetir el escrito hasta que salga bien”, finalizó diciendo.
¿Pudo el coronel Marino Lugo morir en unas praxis ilegales usadas por los cuerpos de inteligencia? El Ministerio Público luce bastante comprometido con la opacidad informativa. El régimen venezolano acumula otra muerte de un detenido en custodia del Estado.
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