La publicación ‘Wired’ ha indagado en los años en que gobernó Donald Trump y más concretamente ha sacado a la luz «La historia jamás contada de cuando Trump intentó derrocar a Nicolás Maduro». La investigación detalla que se llevaron a cabo ataques cibernéticos y proyectos de sabotaje por parte de agentes colombianos contra los cazas Sukhoi Su-30 de la Fuerza Aérea venezolana en un intento de apoyo al líder opositor Juan Guaidó. Asimismo, se consideró usar una alternativa menos ortodoxa. «Al menos una opción involucraba a la CIA, que tenía un sistema móvil que podía inutilizar barcos de manera encubierta (y no violenta). Los funcionarios de la administración Trump querían que la agencia trasladara el sistema cerca de Venezuela, para atacar algunos de sus buques cisterna de combustible», afirma la investigación.
Un trabajo que cuenta con la declaración de ocho funcionarios de la administración del magnate y exfuncionarios de la CIA, e informa de manera esclarecedora de cómo EE.UU. y otros socios extranjeros intentaron desestabilizar el gobierno venezolano entre 2018 y 2020.
Un doble objetivo y el funcionamiento del sistema
La idea era que Cuba dependía del petróleo de Venezuela. Y los funcionarios estadounidenses sostenían que los servicios de seguridad cubanos habían ayudado a proteger a Maduro, «sirviendo esencialmente como guardia pretoriana sobre el terreno para el asediado autócrata socialista», afirma el reportaje de ‘Wired’. Por tanto, «la administración de Trump pensó que si EE.UU. podía interceptar o sabotear de alguna manera los barcos petroleros que navegaban desde Venezuela a Cuba, podría asestar un golpe contra ambos regímenes», sostienen.
A raíz de estas afirmaciones, la revista especializada en defensa ‘The War Zone’ señala que esta arma puede tratarse de un sistema que emite ráfagas de energía de microondas de alta potencia (HPM). Esto explican que podría conseguir la desactivación, interrupción, y en el mejor de los escenarios la destrucción de sistemas cruciales, desde equipos de navegación computarizados o medios electrónicos de control de motores, deteniendo en el proceso un buque, pero dejando a su tripulación ilesa.
Es más, un comunicado de 2023 relacionado con un programa de la Fuerza Aérea de EE.UU. y la Marina de EE.UU. llamado High-power Joint Electromagnetic Non-Kinetic Strike (HiJENKS) detalla: «Las armas HPM crean rayos invisibles de energía electromagnética dentro de un espectro específico de frecuencias de radio y microondas que pueden causar una variedad de efectos temporales o permanentes en objetivos electrónicos».
Y especifica que «la energía electromagnética de un arma HPM puede acoplarse a un objetivo electrónico directamente a través de un elemento de transmisión o recepción (como una antena), o indirectamente, a través de una abertura o puntos de entrada de cables (por ejemplo, grietas o cables externos). Se pueden inducir corrientes y voltajes en los circuitos del objetivo, lo que da como resultado señales erróneas, bloqueo del sistema, falla del sistema y daño físico».
Aplicaciones
De hecho, se hizo una prueba exitosa de su uso en el centro de pruebas de China Lake de la Armada, en 2022. Un proyecto que TWZ afirma que es la continuación del misil Counter-Electronics High-Power Advanced Microwave Project (CHAMP), que contiene una carga útil de generador HPM. Al tiempo que indican que también se sabe que el ejército estadounidense financió trabajos sobre sistemas HPM de nivel inferior para detener embarcaciones más pequeñas, así como vehículos, incluidos los preparados como bombas suicidas en tierra.
El sistema de detención de barcos de la CIA también podría ser capaz de lanzar algún otro tipo de ataque de guerra electrónica o cibernética muy selectivo para producir efectos cegar los sensores y las comunicaciones que podría ralentizar o terminar por detener a un barco.
La capacidad encubierta y no letal para detener barcos para los expertos es sumamente atractiva. «Podría ser de gran utilidad para operaciones de visita, abordaje, registro e incautación (llamadas VBSS) sin necesidad de disparar un solo tiro. Haría más fácil y seguro abordar y detener un barco, y en zonas más aisladas de difícil acceso donde desplegar la VBSS llevaría su tiempo, un sistema de este tipo podría detener el barco hasta que llegaran los refuerzos», indican. Y «sería una forma de respuesta efectiva para reaccionar con muy poca antelación a información de inteligencia de máxima prioridad, como alertas sobre el contrabando de cargamentos particularmente preocupantes, como material nuclear», afirman.
La negativa de la CIA tiene un detalle clave
El plan de uso de esta arma quedó archivado y no se empleó contra Maduro, según declaran las fuentes de alto rango a ‘Wired’. También apuntan que la agencia de inteligencia estadounidense se negó porque «los funcionarios de la CIA explicaron que solo tenían uno de estos sistemas, que en ese momento se encontraba en otro hemisferio y que no querían trasladarlo al extremo norte de Sudamérica». Para los especialistas de TWZ era una reticencia a dejar al descubierto lo que este sistema era capaz de hacer a menos que fuera por causa mayor, es decir, si se produjera una crisis muy grave o si se tratase de una operación de muy alta prioridad. Y porque ya tenían un objetivo marcado para usarlo en otra zona y no quería hacer peligrar esa operación.
‘Venezuela día uno’
Este proyecto planteado por el gabinete de Trump tenía como antecedente otros planes. En 2019, Donald Trump ya había declarado públicamente «una posible opción militar, si fuera necesario», para hacer frente a Venezuela. Pero fue durante una comparecencia de Maduro en la que acusó a los Estados Unidos de poner en peligro su vida lo que hizo que se diera luz verde a «una iniciativa encubierta dirigida por la CIA para ayudar a derrocar al hombre fuerte de Venezuela», señala ‘Wired’. Se convirtieó en una prioridad alta lo que antes no lo era.
Era un momento especialmente crítico con sanciones a la compañía petrolera estatal de Caracas. Y también coincidió con el ascenso del opositor venezolano Juan Guaidó. El exasesor de seguridad nacional estadounidense, John Bolton, relata en sus memorias que «era hora de apretar las tuercas» a Maduro.
Pero este proyecto lo que hizo fue más que nada dejar en evidencia la existencia de un cisma entre el ala más dura de la administración de Trump, dispuesta a respuestas escalables, y una parte de la CIA no especialmente contenta de seguir sus órdenes. Y para el medio «ofrece nuevas perspectivas sobre cómo una segunda administración Trump podría intentar desalojar a Maduro«.
Se creó expresamente un Venezuela Task Force (Grupo de Trabajo sobre Venezuela) que se encontró con una lucha interna de recursos y con desacuerdos entre distintos departamentos estadounidenses. Su primer paso fue hackear las redes del gobierno venezolano y su infraestructura para la recopilación de información de inteligencia. Impidiendo temporalmente que los soldados venezolanos recibieran sus cheques de pago para resaltar las ineptitudes del régimen. «Hubo bastantes quejas por no cobrar», señala un exfuncionario de seguridad nacional. Porque «los ejércitos marchan sobre su estómago», sentencia. Al tiempo que difundieron contenido prodemocrático. Pero el gabinete de Trump tachó esta iniciativa de débil y la directora de la CIA, Gina Haspel, se negó a hacer algo más contundente.
«La CIA es cerrada, burocrática y poco audaz… Me gustaría ver una comunidad de inteligencia más capaz de llevar a cabo operaciones clandestinas en apoyo de la política estadounidense», dice Bolton a ‘Wired’. Sostiene que los funcionarios seguían traumatizados por el fracaso de Bahía de Cochinos.
Fue entonces cuando la atención se trasladó a los petroleros venezolanos y su conexión con Cuba. Y los funcionarios del reelegido presidente de EE.UU. presionaron para practicar operaciones de interceptación de estos barcos. Tras descartar el arma secreta que la CIA rechazaba trasladar entraron en escena los operativos colombianos que tuvieron un escaso éxito en boicotear los aviones del ejército venezolano.
El impulso inicial se fue debilitando y Trump llegó a decir a Bolton que Guaidó «no tenía lo que había que tener». Lo que no evitó que Bolton, que al final sería apartado por ser considerado demasiado radical en sus propuestas, desarrollara planes «para el día después» de la ascensión de Guaidó. «Un programa piloto encabezado por el Departamento del Tesoro de EE.UU., conocido como «Venezuela Day One», que iba a implicar la distribución masiva de tarjetas de débito precargadas para los venezolanos», explica. Otro proyecto que quedó archivado.
Tras el cierre de la Embajada estadounidense en Venezuela cuentan que hubo una oportunidad de oro que se perdió cuando los supuestos seguidores de Guaidó se echaron atrás, una tras otro. Un efecto dominó que enterró la idea. Para las fuentes el intento llegó demasiado tarde y dejó paulatinamente de ser una prioridad para Trump.
Esta historia fallida, no obstante, para los especialistas ofrece una lección no solo de lo que puede pasar con la vuelta de Trump, sino que también arroja luz sobre un aspecto menos público de los sistemas del ejército estadounidense y de su capacidad de desarrollo, a futuro, en otros escenarios del tablero mundial.
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