Edmundo González Urrutia apenas tuvo que recorrer la semana pasada los pocos metros de distancia que separan la residencia del embajador holandés en Caracas del complejo que sirve de hogar a Ramón Santos, el principal diplomático español en Venezuela. Entre medias de ambas residencias se levanta una suntuosa vivienda, propiedad durante años del empresario boliburgués Samark López, detenido durante la purga revolucionaria contra el zar del petróleo, Tareck El Aissami. Todo un templo de la Venezuela de la corrupción.
Comenzaba así la operación que ha llevado al exilio al ganador de las elecciones presidenciales en el país petrolero, quien aterrizó este domingo en Torrejón de Ardoz (Madrid) tras cruzar el Atlántico en el avión de las fuerzas armadas españolas. La aeronave se mantuvo desde el jueves en República Dominicana y ya estuvo a punto de volar a Caracas el viernes, aunque finalmente lo hizo el sábado por la tarde.
Con Edmundo viajaron su mujer, Mercedes, quien le acompañó durante toda la campaña, y Diego Martínez Belío, secretario de Estado de Asuntos Exteriores y Globales. Nada más aterrizar comenzó su proceso de asilo político, que en principio supone una victoria parcial para Nicolás Maduro.
El «hijo de Chávez» ordenó desde su megafraude electoral del 28-J la persecución y hostigamiento contra el diplomático, de 75 años, con un objetivo meridiano: su salida del país antes del 10 de enero, fecha en la que está dispuesto a autoproclamarse de nuevo como presidente de facto de Venezuela. Así se sucedieron insultos, amenazas públicas y veladas, tres notificaciones de la Fiscalía chavista y la orden de aprehensión de un juez antiterrorista, que acabaron por vencer su resistencia.
EL MUNDO ha reconstruido los días previos al exilio que cambia el juego político en Venezuela, en el que han jugado papeles destacados los hermanos Rodríguez (la vicepresidenta Delcy, ascendida recientemente al adjudicarse también el Ministerio de Petróleo, y su hermano Jorge, principal negociador de Maduro); José Luis Rodríguez Zapatero, el lobista favorito de la dictadura bolivariana, y el círculo político de Edmundo, en especial el ex diputado Eudoro González, una concesión al régimen del entorno democristiano del ganador electoral.
El juego de las embajadas comenzó nada más desatarse la brutal represión chavista contra los barrios más pobres de Venezuela y la persecución contra la dirigencia democrática y los testigos electorales. En un primer momento, varias embajadas europeas, como Países Bajos, Francia, Italia y Portugal, accedieron a dar cobijo y resguardo a los principales dirigentes opositores. España, indecisa en el primer momento, reaccionó y decidió ofrecer a María Corina Machado y al propio Edmundo la residencia del embajador español, que ya ocupó durante más de un año el ex prisionero político Leopoldo López.
Se trataba de una cobertura que ya se vivió durante los cuatro años de Juan Guaidó como presidente encargado. El dirigente se protegió en diversas ocasiones en la Embajada de Francia, mientras otros de sus colaboradores buscaron cobijo en otras legaciones europeas. El asedio chavista se repitió en aquellos meses contra los europeos, también contra España, aunque pasaron desapercibidos por la opinión pública.
Edmundo apostó por la residencia del embajador holandés, convertido en uno de los principales defensores de los demócratas venezolanos en los últimos años. Pero transcurridas más de cuatro semanas, el «presidente electo» decidió dar un paso más allá convencido por su entorno familiar y político.
Una decisión que le costó este domingo el reproche del embajador holandés: «Abandonó la embajada neerlandesa porque quería seguir su lucha desde España. Le hablé sobre la situación en Venezuela, la importancia del trabajo de la oposición y la transición hacia la democracia, y subrayé nuestra continua hospitalidad. A pesar de todo, manifestó su deseo de marcharse y continuar su lucha desde España».
El medio neerlandés RTL detalló los «sentimientos mixtos» de su Gobierno, aliviado en parte porque «el líder opositor de 75 años haya salido ileso», pero temeroso por otra porque su exilio desintegre y debilite a la oposición democrática. «Intentaron convencerle de que se quedara, pero sin éxito», concluyó RTL.
De inmediato, el Gobierno de Madrid aseguró al ganador electoral que estaba dispuesto a concederle asilo político. Tocaba negociar entonces con el régimen, y de ello se encargó el círculo de Edmundo y, en especial, Eudoro González, la ficha de Zapatero en la operación. Sobre la mesa, el Gobierno exigió que Edmundo reconociera la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia que da por bueno el megafraude de Maduro, además del «reconocimiento» de las instituciones. Por el lado del diplomático se apostó por la libertad de los presos políticos, que según el Foro Penal suman 1.790 en la actualidad, desde los 305 que permanecían antes del 28-J en las mazmorras de Maduro.
Se desconoce de momento el contenido final de esta negociación, pues uno de los rasgos de las negociaciones de Zapatero es imponer el silencio para quienes llegan desterrados a España. A su llegada a España, Edmundo González denunció «presiones, coacciones y amenazas» de Caracas para impedir su salida de Venezuela.
El estatus de asilado político, al tratarse de un «gesto humanitario», dificultaría la acción política posterior del diplomático. Un estatus que evitaron desde Leopoldo López hasta Julio Borges, antiguo presidente del Parlamento. Pedro Sánchez ya adelantó en la mañana del sábado que Edmundo González es un «héroe» al que España no va a abandonar.
El ministro José Manuel Albares, en viaje oficial con Sánchez, insistió en que Edmundo contactó a Madrid «sin un ofrecimiento previo» de Moncloa. «No ha habido ningún tipo de negociación política entre el Gobierno de España y el de Venezuela. El asilo político ha sido a solicitud personal de Edmundo González. El Gobierno de España no da ninguna contrapartida para que se haya podido producir esa salida de González», insistió el canciller español, quien no descarta una reunión de Sánchez con el ganador de las elecciones una vez acabe el viaje oficial a China. El presidente del Ejecutivo, quien en 2019 calificó a Maduro como un tirano durante la Internacional Socialista celebrada en Santo Domingo, ya se reunió con Leopoldo López en octubre de 2020, aunque lo hizo en calidad de secretario general del PSOE en la sede de Ferraz.
La vicepresidenta Delcy Rodríguez, por su parte, dejó claro «los contactos pertinentes entre ambos gobiernos» para conceder salvoconductos y aterrizaje del avión español en el aeropuerto caraqueño de Maiquetía.
«Los gobiernos de España y Venezuela acordaron el otorgamiento de salvoconducto al ciudadano Edmundo González Urrutia para que abandonara el territorio nacional y se acogiera al asilo concedido por España», confirmó este domingo el fiscal madurista, Tarek William Saab, quien ha protagonizado buena parte de la persecución contra el ganador de las elecciones.
Las presiones contra Edmundo se sucedieron hasta el último minuto, incluido el asedio a la Embajada de Argentina, en donde se encuentran refugiados seis de los principales colaboradores de María Corina Machado. Las fuerzas del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN) reaparecieron por arte de magia revolucionaria en las inmediaciones de la sede, que cuenta con la cobertura actual de Brasil tras la ruptura de relaciones entre Caracas y Buenos Aires.
El Gobierno de Maduro aumentó la presión al «revocar» la custodia brasileña, una clara amenaza de asalto en contra de Magalli Meda, mano derecha de María Corina Machado en su partido, Vente Venezuela (VV); Claudia Macero, responsable de Comunicación del Comando Con Venezuela que lidera Machado; Pedro Urruchurtu, coordinador de Asuntos Internacionales de VV; el ex diputado Omar González, miembro de la dirección nacional de VV; Humberto Villalobos, coordinador electoral del comando; y Fernando Martínez Mottola, uno de los principales asesores de la dirigente.
Mientras los agentes chavistas cortaban la electricidad de la legación diplomática y arreciaban su asedio, la Cancillería chavista justificaba sus acciones al señalar que los dirigentes opositores preparaban un atentado terrorista contra Maduro y contra la vicepresidenta Rodríguez, en un nuevo capítulo de la mentira de Estado que reina en Venezuela.
La nueva embestida escondía un nuevo mensaje para Edmundo: te vamos a hacer la vida imposible en la Embajada en la que estés. Nada más producirse el despegue del avión español, las tropas chavistas desaparecieron de las inmediaciones de la Embajada de Argentina en Caracas. El trabajo ya estaba hecho.
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