El régimen bolivariano ha apretado su acelerador favorito, el de la represión, cuando sólo faltan 10 días para las trascendentales elecciones presidenciales del 28 de julio. La penúltima víctima de Nicolás Maduro es un hombre fundamental en el equipo de trabajo de María Corina Machado, cuyos principales referentes están encarcelados en la siniestra cárcel del Helicoide o protegidos en la Embajada argentina en Caracas.
Agentes revolucionarios detuvieron de madrugada y por la fuerza a Milciades Ávila, jefe de protección de la líder opositora, un antiguo oficial de policía al frente de su anillo de seguridad. Ávila, siempre en la cercanía de la líder de Vente Venezuela (VV), lleva 10 años trabajando con ella. La acción violenta llega en medio de la escalada represiva impuesta desde el Palacio de Miraflores, que ha pulverizado la barrera de los 300 presos políticos en el país petrolero, según denunció ayer el Foro Penal.
Sólo durante las dos semanas de campaña oficial se contabilizan en torno a 80 detenciones, la mayoría miembros de la campaña opositora y de VV, además de activistas, periodistas y trabajadores de la campaña, como los conductores de los vehículos y las personas encargadas del sonido.
«Ávila me ha acompañado alrededor de todo el país. Es una persona íntegra, decente y valiente, que ha arriesgado su vida para defender la mía. Esta madrugada (por ayer) fue secuestrado por el régimen acusado de violencia de género contra unas mujeres que el pasado sábado intentaron agredirnos a Edmundo y a mí en La Encrucijada (un famoso local de bocadillos en la carretera entre Caracas y Valencia). Hay decenas de testigos y vídeos que demuestran que este acto fue una provocación planificada para dejarnos sin protección«, certificó Machado en sus redes sociales.
Varios archivos audiovisuales confirman que la diputada regional chavista Texalia Vaquero y las concejalas Claribel Lugo y Nardy Martínez, junto a otra mujer, todas de gran volumen físico, irrumpieron en el local de comidas de forma agresiva y con insultos y amenazas, mientras agentes de la Guardia Nacional grababan desde fuera los hechos. El equipo de seguridad de Machado lo impidió, alejando a las agresoras, que prosiguieron con sus insultos y amenazas.
Uno de los hombres que las acompañaban repitió varias veces el gesto de pasarse un dedo por el cuello a modo de cuchillo mientras la diputada Vaquero gritaba «¡misógeno, misógeno!» (sic) cuando los acompañantes de los dirigentes opositores se interponían para evitar la agresión. Las tres dirigentes chavistas, pese a ser las agresoras, han recibido en las últimas horas condecoraciones repartidas por el Consejo Legislativo del estado Aragua, entre salvas de aplausos y vítores de los presentes.
La ola represiva también se ha llevado por delante a María Rodríguez (64 años), comisaria policial retirada, y la administrativa Mayra Montilla (53 años), lideresas de VV en el estado llanero de Portuguesa, acusadas de conspiración y asociación para delinquir. En paralelo, el alcalde opositor Francisco Gerratana, primer edil del municipio Ortiz en otro estado llanero, Guárico, fue destituido por encabezar la campaña opositora.
En resumen, Venezuela se encuentra bajo asedio mientras se descuentan las hojas del calendario de unas elecciones que en cualquier otro lugar del planeta estarían sentenciadas. El promedio estimado de votación de nueve encuestadoras atribuye el 57% de los apoyos al opositor Edmundo González Urrutia frente al 24% de Nicolás Maduro, aunque en las calles de Venezuela la distancia entre uno y otro es todavía más abrumadora.
BULOS
«Edmundo para todo el mundo», como le llaman los jóvenes en las redes sociales, tuvo que salir a desmentir al aparato de propaganda del régimen, que divulgó otro fake informativo en el que se aseguraba sufría un cáncer terminal. «Tengo un cuadro de resfriado que me impide asistir a la movilización en Guanare», rectificó el diplomático.
Un nuevo capítulo de la «caravana de la libertad», encabezada por Machado y con el régimen fracasando en todas sus maniobras para detenerla. Horas antes de la última concentración, la Furia bolivariana, como la denomina el propio Maduro, repartió volantes con amenazas contra los comerciantes del estado Portuguesa: «Sí apoyan a María Corina sus negocios serán cerrados».
A las amenazas siguieron los bloqueos en las carreteras, el decomiso de los equipos de sonido y otras maniobras que ya se han convertido en la otra «campaña» oficialista de estas elecciones. Así ha ocurrido anteriormente en La Encrucijada y en más de una docena de establecimientos, ya sean hoteles o restaurantes. Incluso al empresario que acogió en su casa a Machado cuando visitó la frontera le fue intervenido su negocio tras ser encarcelado en la siniestra prisión del Helicoide.
«Cerrar los principales terminales (autobuses) en el municipio, amedrentar a motorizados, infundir miedo a los comerciantes y arremeter contra la ciudadanía no nos hará retroceder», reaccionó el comando electoral opositor, golpeado una y otra vez por unas acciones que, en contrapartida, han aumentado la épica de la histórica campaña del tándem María Corina/Edmundo.
«Esto es un proceso cívico y pacífico, ellos (el gobierno) son los violentos porque saben que no tienen gente y no tienen fuerza. (Maduro) ha hecho de la violencia y de la represión su campaña», certificó la propia Machado antes de comenzar otro acto de una campaña en la que se han roto récords históricos de participación ciudadana.
«Esta situación se hará cada vez peor en la medida en que nos acercamos al día de votación. Al chavismo sólo le queda profundizar su terrorismo de Estado, lo cual es una declaración de su nulo apoyo electoral. Hay una pequeña élite tiránica que busca mantener el poder cometiendo crímenes de lesa humanidad y una inmensa mayoría que intenta ser libre», resumió el politólogo Walter Molina Galdi.
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