El Valle, al sur-oeste de Caracas, es una de las varias zonas de la ciudad en la cual conviven sectores de clase media popular con barriadas de chabolas aglomeradas en colinas. Los primeros viven en edificios grandes de concreto armado, que densifican la Avenida Intercomunal. Las casas autoconstruidas de los segundos, en los cerros, escoltan a los edificios. Fue un sitio muy peligroso hasta hace unos años. Las colinas de El Valle estaban dominadas por mega-bandas criminales que organizaban secuestros y tenían el control de las calles en la noche. Hoy la delincuencia ha retrocedido claramente en estos espacios, entre las redadas policiales eliminando delincuentes y la propia migración del hampa por la crisis económica del país.
La avenida 19 de abril es una de las varias que serpentean aquellas colinas pobladas, a las cuales no puede subir un forastero sin el visto bueno del vecindario, y donde todavía la policía se enfrenta con delincuentes los fines de semana. En una de sus esquinas, entre los vendedores de verduras y las ventas de refrescos, está apostado un escuadrón de mototaxistas muy jóvenes, que ofrecen servicios tasados en uno o dos dólares. La mitad de ellos son amantes de hacer acrobacias en sus motos: los famosos aficionados a las motopiruetas.
El Valle es uno de los epicentros de los motopirueteros, una extravagante variante urbana, ya con un tiempo de existencia, que consiste en hacer acrobacias con motocicletas de diverso calibre – en vías expresas, callejones, canchas de baloncesto, y descampados- que es practicada por muchas personas jóvenes en barriadas pobres. Señalado reiteradamente como ilegal y peligroso en el pasado, la práctica de acrobacias en moto ha sido decretada “un deporte nacional” por el presidente Nicolás Maduro, un decreto hecho en plena campaña electoral procurando interpretar los gustos populares.
Maduro ha respaldado su decreto con hechos. Las cuestionadas motopiruetas tienen rango de estado. La Policía Nacional Bolivariana tiene un escuadrón acrobático en su división motorizada, integrado por unos 200 efectivos. El Movimiento por la Paz y la Vida, adscrito al Despacho de la Presidencia, tiene a la densa red de motopirueteros urbanos como una de las palancas para el trabajo de masas, alimentando y dotando activistas.
Los escuadrones de efectivos policiales haciendo complejas acrobacias con sus motos se pudieron ver, por primera vez, en el desfile militar del Día de la Independencia, el pasado 5 de julio, en el Paseo Los Proceres; y se han replicado en otros eventos con financiamiento oficial.
En las terrazas de la cárcel de El Helicoide, una de las sedes administrativas de la Policía Nacional Bolivariana, hoy atiborrada de presos políticos, se organizan frecuentes prácticas y exhibiciones para que los funcionarios aprendan a dominar sus motos en rutinas de ascendente complejidad. Hace tres meses, promovida por el Gobierno, tuvo lugar la Válida Nacional de Motopirueteros en el Poliedro de Caracas, el espacio ferial y de conciertos más grande de la ciudad, en el cual se destacaron leyendas urbanas como Pedro Locura, ídolo de la muchachada, un muy destacado exponente de la disciplina. Los motopirueteros son populares en las callejuelas ascendentes de grandes barriadas de chabolas, como Antímano, Artigas o Petare, y también en muchas ciudades de mediano tamaño del interior del país.
Algunos portales informativos en el tiempo reciente se han dedicado a recoger historias sobre los múltiples accidentes mortales, o accidentes fatales, que tiene lugar en el país al experimentar en rutinas acrobáticas con motos, un medio de transporte que es muy común en las zonas de la pobreza, emblema del caos urbano de las ciudades venezolanas, cuyo uso ha sido fomentado políticamente por el Gobierno chavista en todos estos años, con importaciones masivas de modelos chinos y construcción de fábricas con capitales mixtos para el consumo popular.
Se habla de un problema de salud pública y se hacen constantes alusiones a los riesgos de sobrellevar traumas graves atendidos en el precario sistema de salud pública del chavismo. Los contenidos han generado revuelo en las redes sociales, aumentando las quejas ante las frecuentes conductas desaforadas de ciertos motorizados en las autopistas de Caracas a altas horas de la noche: motociclistas que se ponen de pie sobre la moto o que surcan la autovía sobre una sola rueda.
Denis Jaimes es el Jefe de la Unidad de Precisión de la División de Motorizados de la PNB. Tiene a su cargo 220 funcionarios especializados en acrobacias. Vive en la entrada del cerro, cerca de la Avenida Intercomunal de El Valle, en una casa humilde de ciertas dimensiones. Resta importancia a la peligrosidad de su disciplina, y afirma que “una vez que esto se aprende, ya no te pasa nada”. Exhibe orgulloso en su teléfono las fotografías de algunas de las rutinas más exigentes que es capaz de hacer. En varias de ellas puede verse fotografiado con Diosdado Cabello. Es un militante chavista, pero su talante luce despolitizado. Convive con el descontento ciudadano, que se respira también en donde vive.
Justifica la creación de la brigada para las tareas que exijan alto desempeño en espacios intrincados o callejuelas angostas. Lleva años impartiendo la clase de especialización y es muy conocido entre sus vecinos. Jaimes comenzó su carrera policial como escolta. Cuenta: “tenemos divisiones para el trabajo acrobático en Maracaibo, Maracay, Nueva Esparta y Puerto la Cruz”, y afirma que la brigada a su cargo “es la mas popular de la PNB”.
“Por ahí hay gente que critica al Gobierno porque a la gente le gustan las motos, pero eso no tiene nada que ver, nadie está pendiente de eso”, afirma. “A los muchachos acá les encanta, siempre me buscan para que consigamos un terreno y practicar. Pronto vamos a organizar una exhibición en la zona de Cerro Grande”, cuenta.
Jaimes convoca a la concurrencia, los jóvenes que le conocen, para que le manifiesten a la prensa cómo piensan. “Me gusta mucho practicar rutinas con la moto, estoy aprendiendo en un terreno cerca de mi casa”, afirma Luis Jesús Franco, de 21 años, y que se gana la vida como repartidor a domicilio. Como algunos de sus colegas, practica en la moto sin casco, sin indumentarias ni protección. Parece esperar la pregunta en torno a la peligrosidad. “No me ha pasado nada, he ido aprendiendo y es lo que me gusta hacer los fines de semana.”
“Tengo 16 años, mi moto propia, y me la paso haciendo motocross y piruetas, de verdad me relaja, me gusta la adrenalina que me genera”, dice Luis, vecino de la zona. “Una vez se me iba quemando una pierna, pero no pasó de ahí. Me gusta hacer giros en una rueda, hago caballito, ya me sé mover en el asiento para alcanzar posiciones. Ni pienso en eso cuando practico”.
Muchos muchachos de su edad, y más jóvenes, se organizan y buscan a los entendidos en la materia, como el oficial Jaimes, para que les consiga lugares, o los coloque en encuentros donde puedan competir. “Yo creo que en vez de criticar lo que tiene que hacer la gente es apoyar, ayudarnos”, dice Angel, de 17 años. “Los accidentes van a bajar cuando a la gente la enseñen, y nos den espacio para practicar lo que nos gusta.”
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