Argentina vive un tira y afloja entre administraciones, gremios médicos y oposición tras el anuncio de la posible llegada a la provincia de Buenos Aires de entre 200 y 500 «colaboradores de la salud» cubanos para luchar contra el coronavirus. El personal sanitario de la isla sería distribuido en puestos que no tengan importancia, como acotó el ministro nacional de Salud, Ginés González, lo que no ha evitado una oleada de críticas.
Más de 120.000 firmas se han recogido hasta ahora en contra de esta iniciativa del Gobierno regional de Buenos Aires, tras el rechazo concluyente de la Confederación Médica y de la oposición. Para ayer mismo se preparaba un cacerolazo bajo el eslogan «NoALosMédicosCubanos. Muchos no tiene título, otros son agentes de Inteligencia».
Pese al rechazo de una parte de la sociedad, el Gobierno peronista medita sumarse a la apuesta por la diplomacia de la salud inventada en La Habana, que se mueve entre la esperanza y la polémica, la solidaridad y el negocio. Con ésta serían 21 las brigadas médicas repartidas hasta ahora por América Latina, Europa, África y Oriente Próximo, una vez olvidado, gracias al coronavirus, el cierre abrupto de los acuerdos en Brasil, Bolivia y Ecuador.
La política de exportación de médicos supone para el Gobierno cubano 6.400 millones de dólares anuales, 43% del total del dinero ingresado, según el economista Pavel Vidal, antiguo funcionario del Banco de Cuba. Un capital trascendental para sostener al país tras el cierre de la industria turística.
Dinero a cambio de fortalecer sistemas de salud debilitados por el impacto de la coronacrisis, de ahí los recibimientos festivos en otros países. El último en Honduras, protagonizado por el presidente Juan Orlando Hernández, situado en las antípodas ideológicas de la revolución cubana.
Una fiesta en la que participa desde hace 20 años la revolución bolivariana y que se ha convertido en eje fundamental de sus acuerdos económicos: petróleo y millones a cambio de los médicos. Nicolás Maduro también adelantó que otros 1.200 médicos cubanos se unirán a los 25.000 ya instalados en Venezuela para fortalecer su ruinoso sistema de salud.
El ‘hijo de Chávez’ consolida así su apuesta por estos profesionales cuando desde el Parlamento, la sociedad civil y las asociaciones profesionales se exige que los médicos contratados sean los venezolanos de la diáspora. Las denuncias en torno a que los facultativos extranjeros participan en el control social de la población se han multiplicado desde el inicio de la cuarentena.
La polémica también acompaña al último contingente llegado a Europa. En el Principado de Andorra se han topado con algunas de las dificultades que ya resuenan en Argentina: uno de los viajeros dio positivo nada más llegar. El contagio obligó a poner en cuarentena a todo el contingente, integrado por 11 médicos y 27 enfermeros de la Brigada Henry Reeve, aunque en las últimas pruebas el afectado parece haber superado la enfermedad.
POLÉMICA EN ANDORRA
La prensa andorrana, además, deslizó que varios de los cubanos no contaban con la preparación adecuada. El Gobierno del Principado salió al paso para matizar que una parte de los llegados requirió «adiestramiento» debido a idioma, sistema sanitario y tecnología diferentes.
Otra de las denuncias recurrentes es la vulneración de los derechos humanos de los profesionales. «No podemos avalar estas contrataciones. Es una solución cuestionada por ONU, Gobiernos y la Organización Internacional del Trabajo, debido a la explotación laboral a la que el Gobierno cubano somete a los médicos enviados al exterior», puntualiza el Observatorio Cubano de Derechos Humanos.
«Una forma contemporánea de esclavitud», denunciada con fuerza por Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA). Distintas investigaciones confirman que La Habana retiene entre el 75% y el 90% del salario mensual de los médicos, los comisarios políticos restringen su libertad de movimientos y los «desertores» pueden ser condenados a penas de prisión, además de sufrir un castigo muy severo: no pueden regresar a la isla en ocho años.
«La presencia médica cubana puede ser vista desde distintas aristas, no mutuamente excluyentes. Es una política de Estado, que combina lo económico (la venta de servicios para obtener divisas) y lo político (estrategia para ganar legitimidad Internacional e influencia dentro del país receptor). Prima ahí la razón de Estado«, profundiza el historiador cubano Armando Chaguaceda, especialista en revoluciones.
«Dicho eso, el personal médico cubano, con su entrega y ayuda en medio de la crisis, será algo a agradecer por la población atendida. Y no se debe confundir la crítica al uso estatal de esos contingentes con forma alguna de xenofobia en su contra», concluye el politólogo.
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