Los científicos australianos Barry Marshall y Robin Warren recibieron el Premio Nobel de Medicina en 2005 por un descubrimiento realizado más de 20 años antes. Entonces, hacia el año 1984, habían tipificado por primera vez una bacteria en el estómago, era la helicobacter pylori. Pero habían avanzado aún más. Vieron que ese patógeno generaba úlcera y gastritis crónica y que se podía curar con un antibiótico, que era el bismuto.
Pero, como se dijo, promediaba la década de 1980, y eran tiempos en lo cuales la medicina se inclinaba por el uso de inhibidores de secreción de ácidos para paliar las gastritis y las úlceras, por lo que el descubrimiento fue desechado sin muchas vueltas. Tendrían que pasar esas dos décadas, hasta comienzos de los 2000, para que fuera reivindicado el descubrimiento y se avanzara en el uso de antibióticos para curar muchas enfermedades gástricas.
“Esta bacteria normalmente vive en el estómago humano. Pero, ¿cómo puede vivir ahí con la secreción ácida permanente que tiene el estómago? Porque libera una enzima que es la ureasa, que crea alrededor de él una capa que le permite anular el ácido y meterse entre el moco del estómago y las células epiteliales para vivir en un lugar donde no le afecta la secreción ácida”, explicó a Infobae el doctor Rodolfo Corti, gastroenterólogo, jefe de la Unidad Esófago y Estómago del Hospital Udaondo de la Ciudad de Buenos Aires y director de la especialidad de Gastroenterología en la Facultad de Medicina de la UBA.
La bacteria “genera una gastritis activa, una úlcera gástrica y fundamentalmente, se ha detectado en los últimos años, el cáncer gástrico. Pareciera que en los países con una más alta prevalencia de cáncer gástrico, como son los países de la costa del Pacífico, los asiáticos, etc, hay una alta prevalencia de helicobacter pylori y de cáncer gástrico”, aseguró.
El doctor Corti aseguró que estadísticas serias muestran que “más del 80% de los cánceres gástricos de la parte más distal del estómago estarían relacionados con esta bacteria”. En cambio, “por qué no todos los pacientes, a pesar de estar infectados, desarrollan un cáncer gástrico, todavía no se sabe”, dijo, aunque advirtió que se trata de una enfermedad con un gran componente de “factores ambientales”, como el consumo de “comidas con alto tenor graso, carnes rojas o por comer pocos carotenos, pocas verduras de hoja, poca vitamina C. Es multifactorial, pero todos son factores ambientales, por eso al sacar el helicobacter se saca uno de los factores que puede generar el cáncer gástrico”.
La gastritis crónica o duodenitis crónica, producida por la infección por la bacteria helicobacter pylori, es la más frecuente de las enfermedades. La gastritis crónica puede producir cambios en el revestimiento o capa interna del estómago, como la gastritis atrófica (o “desgaste/afinamiento” de la mucosa gástrica, que es la capa más interna del estómago) o en otros casos, cáncer de estómago.
La bacteria tampoco explica la totalidad de las gastritis y úlceras gástricas, aunque es una factor preponderante. Según comentó el doctor Corti, estas patologías “pueden ser primeramente por esta bacteria y la otra causa muy importante es la toma de antiinflamatorios no esteroides, como aspirina, ibuprofeno, diclofenac, etc”. Estas son las causas más prevalentes en Argentina y “se pueden dar las dos juntas, la bacteria y la toma de antiinflamatorios”, señaló. Por eso, “cuando un paciente toma antiinflamatorios por más de 4 semanas y está presente la bacteria, esta debe ser erradicada para evitar la potenciación de los efectos”.
Se considera que en Argentina el helicobacter pylori tiene una “prevalencia en la población asintomática de casi el 50%. Es decir que 1 de cada 2 personas está infectada”. Y, entre quienes tienen “algún síntoma del tubo digestivo superior o epigástica, ardor, etc, hasta un 70% están infectados”.
En cuanto a las vías de transmisión, la ciencia ha detectado varias. “La primera de ellas es la vía oral-fecal. Se sabe que puede entrar por la boca porque hay resto de bacteria en la placa dentaria y hay antígenos de la bacteria en la materia fecal”, explicó el especialista a este medio. “La otra forma de transmisión, que se da en países con más bajo nivel socio-económico, es la vía gastro oral”. El principal ejemplo es el de “los chicos menores de 1 año que vomitan o regurgitan y vuelven a ingerir su vómito y se vuelven a infectar. La tercera posibilidad es por vectores como el tripanosoma cruzi” que genera el mal de Chagas y lo transmite la vinchuca. También “la mosca doméstica, en algunos países como Suecia. Este es el menos estudiado de todo. Y se han observado restos de bacterias en aguas contaminadas en zonas de nuestro país. Así que el agua podría ser un contaminante si está infectada”, agregó.
Desde el primer acercamiento de Marshall y Warren, las curas disponibles se han ido perfeccionando. De todas formas, el doctor Corti aclaró que “hasta la actualidad el tratamiento ideal de la erradicación de la bacteria no se ha conseguido. Con los mejores resultados que tenemos llegamos al 90% de erradicación y se logra con dos tratamientos. Los dos los tenemos en Argentina”.
Por el momento, subrayó, “el único gesto terapéutico que tenemos para prevenir esta reacción gástrica es la erradicación de esta bacteria” por lo tanto, “debe buscarse. Estas gastritis pueden llegar a curarse cuando desaparecen las bacterias”.
“Una de las terapias se llama cuádruple, es sin bismuto, incluye un inhibidor de la secreción de ácido —que puede ser el omeprazol, el pantoprazol— amoxicilina, netromicina y metronidazol. A 14 días de tratamiento”, explicó.
El otro tratamiento, agregó, “es la novedad en Argentina”, aunque “ya se utiliza en el mundo desde 2015″. Se trata de una “cápsula 3 en 1. Se ha logrado compactar en una cápsula tres medicamentos: el bismuto, que es el principal quimioterápico y antibiótico para el helicobacter, que nunca ha tenido resistencia hasta la actualidad; el óxido de tetraciclina y el metronidazol. Esos tres van en una cápsula. Que en realidad son dos cápsulas en una”, explicó.
El tratamiento consiste en “3 comprimidos por día después del desayuno, almuerzo y cena de la misma cápsula durante 10 días. Con eso la erradicación supera el 90% en todo el mundo, según estadísticas muy serias”. Se trata de un tratamiento cuyo costo total en Argentina, dijo el especialista, ronda los $6.000, mientras la misma terapia en Estados Unidos 1.000 dólares.
El medicamento fue desarrollado por Laboratorios Craveri, de capitales 100% argentinos, y se elabora íntegramente en el país. El fármaco fue lanzado en mayo pasado y tiene un formato triple terapia monocápsula con bismuto. Cuenta con la aprobación de las principales autoridades regulatorias del mundo (FDA, de EEUU, y EMA, de Europa), pero hasta este momento, no estaba disponible en Argentina, informó la compañía fabricante.
Corti explicó que “es un tratamiento de elección. Se llama en Argentina Trylori y en el mundo Pylera, pero es exactamente el mismo. El Trylori está diseñado y patentado por el laboratorio Craveri que es el primer laboratorio argentino que pudo lograr una estructura molecular de este tipo en nuestro país porque es un diseño muy dificil de realizar, hay que tener máquinas especiales, entre otras cosas”.
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