Faustino Oro empezó a jugar al ajedrez en su casa, a los 6 años, durante la pandemia. Cuatro años más tarde, en el universo de la disciplina lo llaman “el pibe de oro”, por sus logros nunca antes vistos en la historia de ese deporte.
Los padres del pequeño, oriundos del barrio porteño de San Cristóbal, decidieron mudarse a Barcelona para que pudiera estudiar con los mejores maestros internacionales y participar de campeonatos europeos o mundiales más fácilmente, también lo conocen como “el Messi del ajedrez”. Es que Faustino se convirtió en el maestro internacional más joven de la historia y acumula varios logros, como haberle ganado -en marzo de este año- por primera vez al campeón del mundo, el noruego Magnus Carlsen.
Cada 20 de julio se celebra el Día Mundial del Ajedrez. La fecha fue establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2019, para conmemorar la creación de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) en 1924, en la ciudad de París.
Y si bien para jugar al ajedrez es esencial contar con buena memoria, dicen los que saben que se requiere además una gran plasticidad de las funciones ejecutivas, gran velocidad psicomotora y efectiva toma de decisiones.
Sin duda Faustino tiene un cerebro privilegiado y es un niño con capacidades excepcionales, pero ¿funciona al revés, el ajedrez potencia el desarrollo cognitivo? Infobae consultó a tres especialistas en pediatría y neurología para encontrar respuestas.
¿Por qué el ajedrez potenciar el desarrollo y la agilidad mental?
Según destacan desde Mayo Clinic, se trata de “un magnífico entrenamiento mental, ya que potencia en los niños multitud de habilidades relacionadas con las matemáticas, la lectura, la capacidad de concentración o la creatividad”.
El médico neurólogo infantil Nicolás Schnitzler (MN 107885) señaló a Infobae que “el ajedrez puede mejorar habilidades cognitivas relacionadas a la planificación de tareas y capacidad de decisión, logrando resoluciones más creativas que los no jugadores”.
Según el especialista del Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento (IADT) esto ocurre porque durante el juego se generan “conexiones cerebrales más eficientes”. Los niños frente al tablero logran un mayor tiempo de atención sostenida, concentración, planificación de tareas, memoria. “Y estas son algunas de las herramientas requeridas para cualquier proceso de aprendizaje”, agregó completó Schnitzler.
En esa misma línea, el neuropediatra Claudio Waisburg (MN 98128), director Instituto SOMA precisó a Infobae que “el ajedrez es un juego que potencia diversas habilidades cognitivas en los niños”.
Waisburg detalló las destrezas que potencia su práctica:
- Memoria: los jugadores deben recordar movimientos, posiciones y estrategias
- Concentración: jugar al ajedrez requiere mantener la atención durante largos periodos
- Pensamiento crítico: el ajedrez obliga a los jugadores a evaluar diferentes opciones y sus consecuencias
- Resolución de problemas: los jugadores deben encontrar soluciones a los desafíos presentados por su oponente
- Planificación y previsión: los jugadores deben anticipar los movimientos del oponente y planificar sus propios movimientos
Además, Waisburg subrayó que “el ajedrez activa varias áreas del cerebro: la corteza prefrontal está involucrada en la toma de decisiones, la planificación y el comportamiento complejo. El hipocampo es crucial para la formación y consolidación de la memoria. El lóbulo parietal participa en la percepción espacial y la manipulación de objetos. La amígdala y el sistema límbico están relacionados con la gestión emocional y la toma de riesgos”.
A su turno, según explicó el médico neurólogo Alejandro Andersson (MN 65.836), director del Instituto de Neurología Buenos Aires (INBA), “el ajedrez potencia notablemente el desarrollo y la agilidad mental. Este juego mejora la memoria visual y de trabajo al recordar posiciones y planificar jugadas futuras”. Además, según el experto, “fomenta habilidades de resolución de problemas, ya que obliga a los jugadores a analizar situaciones complejas y tomar decisiones críticas”, al tiempo que “la creatividad se estimula constantemente, explorando nuevas tácticas y soluciones innovadoras”.
Asimismo, jugar al ajedrez requiere una concentración sostenida y atención al detalle, lo que agudiza la precisión y el enfoque. “El ajedrez también fortalece el razonamiento lógico y la flexibilidad cognitiva, al adaptarse a nuevas estrategias durante el juego”, sumó el neurólogo.
Y agregó: “Emocionalmente, enseña a manejar el estrés y la resiliencia, afrontando derrotas y aprendiendo de los errores. Algunos estudios sugieren que puede incrementar el cociente intelectual y mejorar el rendimiento académico, especialmente en matemática. En resumen, el ajedrez ofrece una plataforma integral para el desarrollo cognitivo y emocional”.
¿Es mejor aprender ajedrez de niños?
El ajedrez es accesible para la mayoría de las personas independientemente de su edad o nivel de habilidad, sostuvo Waisburg y planteó que “es ventajoso aprender a jugar ajedrez desde una edad temprana debido a la plasticidad cerebral en los niños, que facilita el aprendizaje y la retención de nuevas habilidades. Aprender de niños también puede inculcar una base sólida de habilidades cognitivas que se pueden aplicar a otras áreas de la vida”.
“Los niños tienen un cerebro altamente plástico, que facilita la formación de nuevas conexiones neuronales y el desarrollo de habilidades cognitivas complejas, como la mejora de la memoria visual y de trabajo. El ajedrez fomenta el pensamiento crítico y la creatividad, enseñando a los niños a analizar situaciones, evaluar opciones y crear estrategias innovadoras. Además, requiere períodos largos de concentración, mejorando la atención sostenida y enseñando paciencia y control emocional”, sumó Andersson.
El director del INBA resaltó que existe evidencia sobre el papel del ajedrez en la mejora del rendimiento académico, especialmente en “matemáticas, lógica, lectura y comprensión. Jugar ajedrez con otros niños fomenta la interacción social y la competencia saludable, enseñando respeto y deportividad”.
Según Schnitzler, desde la experiencia de maestros de ajedrez, desde los 4 años es posible aprender a jugar: “Sabemos que alrededor de los 3 años existe un fuerte proceso de mielinización cerebral que implica, en ausencia de alteraciones del neurodesarrollo, la capacidad de lograr aprendizajes, incluso complejos para la edad, en algunos casos”.
El especialista subrayó que, incluso, existen reportes sobre “mayor control inhibitorio y menor impulsividad en niños que aprenden ajedrez” y por eso se utilizan ejercicios de ajedrez en el tratamiento del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Existe un metaanálisis que demostró mayores logros en matemática en niños que juegan ajedrez.
Cómo incentivar a los niños a jugar juegos de mesa
En 2023 un estudio publicado en Frontiers in Psychology en el que se encuestaron a 774 padres y madres de niños que juegan ajedrez en Rumania, concluyó que el juego ayuda a desarrollar habilidades cognitivas, el carácter y espíritu competitivo. Schnitzler destacó que incluso en el estudio se vinculó la disciplina a una mejor tolerancia a frustraciones.
“Como en diferentes cuestiones, el rol de madres, padres o cuidadores es fundamental a la hora de proponer aprender a jugar ajedrez. No se obtiene placer de lo que no se conoce. Y el exceso de placer producto de la exposición a múltiples contenidos disociados en pantallas es difícil de contrarrestar. Una opción podría ser promover el juego de ajedrez en dispositivos pautando el tiempo mínimo de uso. Por otro lado, como nada en exceso es bueno, es bueno incorporar siempre actividades físicas y de habilidades sociales”, señaló Schnitzler.
Waisburg recomendó diversas estrategias para incentivar el ajedrez en niños en la era digital. En primer lugar, mostrar al ajedrez como “un juego divertido y emocionante, presentándolo como un desafío estimulante”. Involucrar a la familia y promover sesiones de juego familiares, puede aumentar el interés y la participación.
“Organizar torneos o competencias amistosas puede fomentar una competencia saludable, motivando a los niños a participar. Mostrar ejemplos inspiradores, como campeones jóvenes, puede servir de gran aliciente. Además, incorporar la tecnología mediante aplicaciones y plataformas de ajedrez en línea puede combinar el atractivo de la tecnología con el aprendizaje del juego”.
Por último, el neuropediatra consideró que introducir programas de ajedrez en las escuelas, ya sea como parte de la currícula o como actividad extracurricular, también puede ser muy efectivo.
Por su parte, Andersson completó: “Incentivar a los niños a jugar ajedrez frente a las pantallas requiere hacerlo atractivo y gratificante. Organizar torneos amistosos, utilizar aplicaciones y videos interactivos, y compartir historias de grandes ajedrecistas pueden captar su interés. Además, explicar cómo el ajedrez mejora el rendimiento académico y habilidades personales como la concentración y la paciencia puede ser motivador”.
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