Más de 1.100 millones de personas con pérdida de visión no reciben atención oftalmológica, según revela un informe de ámbito mundial publicado este martes en la revista científica The Lancet Global Health.
EFE
La investigación, a cargo de 73 expertos de una veintena de países, estima que los problemas de visión desatendidos -un 90 % de los cuales podrían prevenirse o tratarse- afectarán a unos 1.800 millones de personas para 2050, la mayoría residentes en países subdesarrollados de Asia y de la región de África subsahariana.
Los autores del informe remarcan que esta situación podría revertirse si se incrementara la inversión mundial en salud ocular, lo que contribuiría a acelerar el desarrollo global.
El artículo aboga por incluir la atención oftalmológica en los servicios de salud y en las políticas de desarrollo generales, condición esencial, según los expertos, para alcanzar una cobertura sanitaria universal y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU para el año 2030.
Nuevas evidencias y análisis epidemiológicos y económicos demuestran que, con las herramientas, estrategias y fondos adecuados, mejorar la salud ocular tiene beneficios inmediatos y sustanciales para la prosperidad económica y social de las personas y los países.
Con esta tesis, el copresidente de la comisión encargada del estudio y director del Centro Internacional para la Salud Ocular de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (Reino Unido), Matthew Burton, asegura en un comunicado que es «inaceptable» que más de mil millones de personas estén viviendo innecesariamente con un problema de visión tratable.
«La discapacidad visual conduce a efectos perjudiciales para la salud, el bienestar y el desarrollo económico, así como a la reducción de oportunidades de educación y empleo, el aislamiento social y una esperanza de vida más corta», subraya Matthew.
Los expertos apuntan que los trastornos de ceguera y de discapacidad visual en todas las edades disminuyeron un 29 % entre 1990 y 2020, un progreso que ahora pende de hilo por la actual tendencia al alza de las enfermedades oculares crónicas asociadas al envejecimiento.
Unos 596 millones de personas a nivel mundial vivían el año pasado con alguna alteración no tratada de la visión a distancia, como cataratas, glaucoma o complicaciones oculares relacionadas con la diabetes, mientras que otros 510 millones eran incapaces de ver objetos cercanos sin la ayuda de unas gafas.
El informe recomienda potenciar «ambientes inclusivos» para personas con pérdida de visión en aras de «permitir que los niños tengan una educación y que los adultos en edad laboral obtengan y conserven un trabajo», en palabras de Bonnielin Swenor, coautora del artículo y profesora asociada en el Johns Hopkins Wilmer Eye Institute.
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