Con 43 mil millones de dólares sobre la mesa, son varios los que se preguntan qué significa esta intención de quedarse con el ecosistema de microblogging que, si bien no es de los negocios más prolíficos de internet, sí es de los espacios más intensos, activos y relevantes de la web.
Es la primera pregunta que se hacen todos: Musk tiene una fortuna de 264.9 mil millones de dólares. ¿Por qué pagaría 54.20 dólares por cada acción de Twitter para terminar por desembolsar 43 mil millones en total?.
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Acá aparece la insistente militancia por la libertad de Musk: primero, en la encuesta que tuiteó para consultar si Twitter adhería a estos principios:
Free speech is essential to a functioning democracy.
Do you believe Twitter rigorously adheres to this principle?
— Elon Musk (@elonmusk) March 25, 2022
Luego fue más allá y preguntó a sus seguidores sobre si Twitter debería ser “de código abierto”, es decir, accesible y modificable por todos, o no.
Sin embargo, muchos coinciden en una crítica contra Musk: “El magnate quiere atención, no libertad de expresión”, tituló The Atlantic en un duro artículo esta semana. The Guardian llamó a Musk “el absolutista de la libertad de expresión”. Y así, varias críticas fueron en este sentido.
Hay algo que es cierto: la pregunta de Musk es engañosa. Porque una cosa es la libertad de expresión que en Estados Unidos garantiza, protege y custodia fuertemente la primera enmienda de la Constitución norteamericana, y otra los términos y condiciones de una red social.
Todas las plataformas tienen sus propias reglas. Normas que, a fin de cuentas, explican por qué el expresidente de EE.UU. Donald Trump pudo ser expulsado (no sin polémica) de ellas.
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