Un dispositivo que construyeron unos estudiantes de astronomía ha permitido a la NASA visualizar el resplandor que reveló la existencia de un nuevo agujero negro. El fenómeno fue registrado en una región celeste correspondiente a la constelación Columba en noviembre pasado por el espectrómetro de rayos X instalado en la sonda espacial OSIRIS-REx.
Básicamente ese aparato, llamado REXIS, había sido diseñado para medir las emisiones provenientes de los asteroides, detectarlos y seguirlos de esta manera. Sin embargo, no pasó por alto el llamativo destello de rayos X cuyo origen se encontraba a una distancia de 30.000 años luz del punto de observación.
Los astrónomos relacionaron estas emisiones repentinas con el comportamiento bastante propio de un agujero negro cuando arranca y atrae materia de una estrella normal y visible que lo está orbitando. Mientras la materia gira en espiral alrededor del disco que rodea el agujero negro, se libera una enorme cantidad de energía, principalmente en forma de rayos X.
El objeto brillante resultó ser una binaria de rayos X —una clase de sistema binario, muy luminosos en rayos x, que está formado por un objeto compacto que se ha formado por colapso de una estrella (puede ser una estrella de neutrones o un agujero negro) y una estrella convencional—. Una semana antes el telescopio japonés MAXI, situado en la Estación Espacial Internacional, descubrió el agujero negro, que fue denominado MAXI J0637-430.
Las ráfagas de rayos X, como las emitidas por el recién descubierto agujero negro, solo se pueden observar desde el espacio, ya que la atmósfera terrestre protege nuestro planeta de esta radiación.
El profesor Richard Binzel, del Instituto de Tecnología de Massachusetts, quien dirige el trabajo estudiantil en la construcción y operaciones de los instrumentos de exploración espacial, sacó una moraleja del descubrimiento: «Resulta que la mejor lección es estar siempre abierto a descubrir lo inesperado».
La sonda OSIRIS-REx fue lanzada en septiembre del 2016 con el objetivo fundamental de alcanzar el asteroide Bennu, hacer su cartografía y regresar a la Tierra con una muestra del regolito que lo cubre. Va a abordar la misión de toma de la muestra este año para poder volver a casa en 2023.
Con información de RT
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