La última cifra oficial arroja 60 muertos, aunque los lugareños hablan de un sinnúmero de cadáveres tirados por los caminos, que nadie recoge, y de más de una decena de desaparecidos. Como no hay morgues para tanto muerto, las autoridades de Tibú, el municipio del departamento colombiano Norte de Santander, epicentro de la cruenta guerra que declaró el ELN a las FARC-Ep, ha solicitado que les proporcionen contenedores frigoríficos.
Por Salud Hdez.-Mora / El Mundo
No pueden contar con las funerarias locales, reacias a prestar el servicio tras el asesinato de Miguel Ángel López, dueño de una de ellas, de su mujer y un hijo de solo nueve meses. Según la primera hipótesis de los investigadores, la guerrilla los acribilló a balazos cuando circulaban por una carretera porque López, vecino de Tibú, desobedeció la prohibición del ELN de levantar los cuerpos de integrantes de las FARC que mataban.
La matanza, ocurrida el jueves 16, fue una suerte de chispa que prendió una confrontación planeada por el ELN desde hacía tiempo. Persiguen derrotar a las FARC-Ep, con las que han convivido durante décadas, para apoderarse de todo el Catatumbo. La región, fronteriza con Venezuela, que abarca 11 municipios de Norte de Santander, Tibú entre ellos, está controlada por las guerrillas y sus cincuenta mil hectáreas de sembradíos de coca la convierten en el segundo productor nacional de dicha mata.
Además de los muertos en combates, han asesinado a sangre fría a siete ex guerrilleros de las FARC, que se desmovilizaron en el proceso de paz del 2016, y a dos líderes sociales, así como civiles que asocian con sus enemigos.
La ola violenta provocó el éxodo de unas 32.000 personas, según la gobernación del citado departamento. Su capital, Cúcuta, acoge a 15.086 y aún esperan la llegada de más pobladores.
Desplazamiento por Venezuela
El presidente Gustavo Petro, que en campaña electoral prometió acabar con el ELN en sus primeros tres meses de mandato e hizo de la llamada «paz total» una de sus banderas, eludió cualquier responsabilidad sobre una contienda que revive horrores del pasado. «Allí hay un fracaso de la nación», afirmó en un discurso. «¿Cómo el ELN se desplaza de Arauca a Norte de Santander?», preguntó a la cúpula militar, en tono crítico, en alusión movimiento de guerrilleros del ELN desde el vecino departamento de Arauca, también fronterizo, hacia el Catatumbo para reforzar a sus compañeros.
«Se desplazaron tranquilamente por Venezuela», le respondieron distintas voces de ambos departamentos. Dada su alianza con el gobierno de Nicolás Maduro, el Catatumbo también resulta estratégico por lindar con su santuario venezolano.
Según un informe de la ONG estadounidense, Insight Crime, de 2024, el ELN «está, al menos, en 40 municipios de ocho de los 24 estados de Venezuela, algunos tan alejados como Anzoátegui, al oriente del país, cerca al mar Caribe».
También Petro criticó el crecimiento del ELN, extremo que la oposición achaca a sus negociaciones de paz (suspendidas el viernes por la oleada de asesinatos), y que califican de caóticas e improvisadas, y a su empeño en debilitar las fuerzas militares. «¿Por qué el ELN hoy, pocos meses después de que era muy débil militarmente hablando, es fuerte? ¿Cómo una organización puede saltar en fortaleza técnica militar en el corto plazo?», inquirió.
En un documento interno, realizado con informes de inteligencia del Ejército, Armada, Fuerza Aérea, Policía y Fiscalía, revelados en una reservada reunión castrense a la que tuvo acceso El Tiempo de Bogotá, señalan que «en 2022, el ELN tenía unos 5.880 bandidos. Y en 2024, esa cifra pasó a casi 6.300». En dicha sesión, el oficial encargado de la presentación deslizó que esas bandas carecen de ideología y ahora son «estructuras ‘cartelizadas’ que están disputándose el territorio por dinero».
Juan Carlos Santamaría, nativo de Norte de Santander y experto en el conflicto armado, coincide en que la arremetida del ELN «es por el control económico de las rutas del narcotráfico, las coimas de las empresas petroleras, el pago de la empresa de energía y otras multinacionales que hacen presencia en la región. Vieron débil a las FARC y pensaron que podían acabarlas o reducirlas considerablemente».
Para Carlos Alonso Lucio, analista que fue miembro del M-19, son otros los motivos de la confrontación. «La dimensión del Catatumbo requiere unos esfuerzos logísticos de armamento, desplazamiento y dinero, que no se hacen de la noche a la mañana ni corresponde a la fuerza de una guerrilla», le dice a EL MUNDO.
A su juicio, «responde a un plan de Venezuela que, por las características topográficas, geográficas y sociológicas del Catatumbo, lo están reservando como una retaguardia de una posible intervención contra la dictadura de Maduro. No olviden que el ELN se ha proclamado como una fuerza armada binacional, que forma parte del sistema de defensa chavista, igual que los colectivos».
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