Las placas tectónicas del chavismo han recibido una fuerte sacudida este martes. La Fiscalía de Venezuela ha anunciado la detención del exministro Tareck El Aissami, un político que hasta hace año y medio pertenecía al círculo de confianza de Nicolás Maduro. El Aissami estaba en un limbo legal desde que se destapara una megatrama de corrupción que afectaba a PDVSA, la petrolera estatal que él manejaba como ministro.
Por El País
Se habla de un desfalco en la compañía de 21.000 millones de dólares. Muchos se preguntaban por qué las autoridades venezolanas no habían anunciado ningún cargo en su contra. Para que eso ocurriera ha tenido que pasar mucho tiempo, a las puertas de las elecciones presidenciales que se disputarán el 28 de julio. El chavismo ha difundido imágenes de El Aissami en una celda esposado y después caminando por un patio escoltado por un policía con el rostro tapado. Es la imagen misma de un chavista caído en desgracia.
Junto a su detención, el fiscal general, Tarek William Saab, anunció también la captura de otro exministro, Simón Zerpa, también madurista en su día, y del empresario Samark López, a quien se le ha señalado como testaferro de El Aissami. Este último es el más importante de todo. Fue defenestrado hace un año de la estatal PDVSA, del Ministerio del Petróleo y del círculo presidente. El Gobierno, hasta ahora, nunca había reconocido que tendría una orden de captura contra él, pero el funcionario desapareció de la vida pública durante el último año. Se lo tragó la tierra. “La confirmación del arresto se produce tras un año sin conocerse el paradero del exministro de Petróleo, luego de que se reveló la trama de corrupción conocida como PDVSA-Cripto”, declaró a los medios Saab. Sin embargo, se sabe que estaba en su casa, padeciendo una enfermedad y que había tenido trato con diplomáticos extranjeros: su paradero exacto no era ningún misterio. “Tenemos una competencia para, en medio de una investigación, conseguir delaciones. Sobre esta trama, a partir de 2017 cuando iniciamos la cruzada en contra de la corrupción”, agregó el fiscal sobre la forma en que llegaron a esta captura.
Otro de los detenidos, Simón Zerpa, fue ministro de Economía y Finanzas y expresidente del Fonden, un fondo de desarrollo creado por Hugo Chávez en 2005 en donde se depositaron los excedente de la renta petrolera y terminó convertido en una centrifugadora de corrupción. Samark López, al igual que El Aissami, es parte del entorno del chavismo que desde 2017 tiene sanciones de la OFAC de Estados Unidos por presuntos delitos de lavado de capitales.
El fiscal presentó fotografías de los detenidos esposados y repasó los detalles de la causa por la que han apresado a 54 personas, entre las que hay otros altos cargos del Gobierno como Joselit Ramírez, de la Superintendencia Nacional de Criptoactivos, el exdiputado Hugbel Roa, ambos del entorno de El Aissami. “El objetivo de este grupete malévolo era acabar con la economía del país sin importar el daño de las 930 medidas coercitivas unilaterales que se convierte en violencia masiva de los derechos humanos”.
Las detenciones ocurren un año después de un hermético silencio. La definitiva caída de El Aissami -un poderoso y temido operador del chavismo, en torno al cual se había organizado importantes capas del capital nacional actual- parece cerrar el capítulo de un oneroso fraude a la nación, orquestado bajo sombra de las sanciones internacionales, en un momento en el cual las arcas de la República, la producción petrolera del país, y la economía, estaban completamente quebradas, en medio de una emigración masiva de personas.
Puede que se trate de la purga más radical e inclemente llevada a cabo en el chavismo desde su llegada al poder y ejecutada por el fiscal Saab, aliado de Maduro. El Aissami no es llevado a la cárcel por divergencias ideológicas, sino por haber puesto en peligro el tránsito del barco revolucionario, abusando de su autoridad. Los excesos de Tarek El Aissami, como los de Rafal Ramírez, que estuvo al frente de PDVSA por una década y que se deslindó del Gobierno de Maduro que luego le imputó cargos de corrupción, han sido denunciados reiteradamente por voceros de la oposición venezolana por su vínculo directo con la quiebra nacional, particularmente luego de que el gobierno de los Estados Unidos lo acusara directamente de fraudes, sobornos y sobreprecios en numerosas operaciones internacionales a nombre de la República y le impusiera sanciones. La respuesta habitual de El Aissami consistía en señalar que, “como revolucionario”, tenía “la moral intacta”.
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