La profesora chilena Yohana Agurto es la expresión viva de que toda crisis puede convertirse en una oportunidad. Sin ingresos por la pandemia decidió envasar miel para venderla bajo el juego de palabras «Miel Gibson» sin pensar que el mismísimo actor de Hollywood cuyo nombre quería emular le complicaría su pyme.
AFP
Advertida por los representantes del artista acerca del uso de los derechos de su imagen, recibió miles de mensajes de apoyo en las redes sociales; consiguió un acuerdo para la utilización del nombre y multiplicó las ventas de miel a tal punto que tras un desenlace feliz piensa hoy dejar la docencia y dedicarse sólo a este negocio.
«Estaba complicada para obtener el dinero para pagar la luz y los insumos básicos de mi hogar», explica Yohana a la AFP sobre los motivos que la llevaron a emprender este negocio que hoy la tienen ocupada a tiempo completo.
Madre soltera y con cuatro hijos, dejó de trabajar en febrero como profesora. En mayo, cuando ya se había gastado sus ahorros se le ocurrió vender una miel que tenía acumulada en su casa. Para ofrecer el producto, utilizó una imagen de Mel Gibson encarnando el papel de William Wallace en «Braveheart» o «Corazón valiente» en su traducción para América Latina, y nombrar a su producto como «Miel Gibson», como un juego de palabras, agregando la frase: «Sólo para corazones valientes».
Las ventas iban bien hasta que la semana pasada abogados del actor le advirtieron en una carta que tenía 48 horas para dejar de utilizar esa imagen. Publicó la historia en sus redes sociales y el caso explotó.
«La gente se expresó con tal nivel, que de 1.200 seguidores pasé a 15.000. La gente empezó a manifestarse en apoyo a esta causa que tenía que ver con vender miel, no con usar la imagen de alguien», afirma mientras hace un alto para atender una de tantas llamadas de nuevos pedidos.
– Final feliz –
Tras el revuelo, llegó a un acuerdo con los representantes del actor estadounidense: sólo deberá cambiar la imagen de su logo pero podrá seguir usando el nombre «Miel Gibson».
Mientras retira las etiquetas antiguas y baraja varias opciones de nuevo logo, los pedidos de miel se acumulan en su celular y redes sociales, colapsadas también de mensajes de aliento.
Los últimos días no para de llenar tarros de miel y tuvo que recurrir a la producción anual de una tía productora en el sur de Chile para responder a una demanda que ha multiplicado por 300 el volumen del negocio.
A tanto ha llegado que ahora se plantea si volver a la docencia o seguir con el proyecto, mientras fantasea con la idea de crear una empresa con la asesoría que recibió estos días y con que su producto «esté en la mesa de Chile» e incluso del extranjero. Ya recibió pedidos de México y Brasil.
«El otro día tuve un sueño en la noche. Soñé que tenía una tienda donde no solamente tenía mieles sino que tenía hasta merchandising y un delantal con una abeja», dice la vendedora.
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