Carlos III culminó hoy su primera gira por el Reino Unido como nuevo monarca al visitar Gales, donde fue recibido con aplausos y abucheos, y luego veló junto a sus hermanos el féretro de su difunta madre, Isabel II, en la llamada «vigilia de los príncipes» en Londres.
«Diolch o galon ichi am eich geiriau caredig» («gracias de corazón por sus amables palabras»), dijo en galés tras recibir el pésame del Parlamento regional, que visitó junto a su esposa Camila tras un servicio religioso en la catedral Llandaff de Cardiff.
La muerte de la reina, símbolo de unidad durante siete décadas, impulsó el sentimiento independentista en Gales, al igual que en Escocia e Irlanda del Norte, por lo que esta gira de Carlos III se considera crucial.
La recepción para el nuevo monarca fue ambivalente: cientos de admiradores lo recibieron con banderas galesas, bajo el grito de «¡hip, hip por el rey!» y «¡Dios salve al rey!».
Cerca de allí, unos pocos manifestantes antimonárquicos abuchearon a la realeza y enarbolaron pancartas que pedían «Abolición de la monarquía», «Ciudadano no súbdito» y «Democracia ya».
Mientras tanto, en Londres, miles de personas seguían desfilando por la capilla ardiente de Isabel II instalada desde el miércoles en Westminster Hall, el salón más antiguo del Parlamento británico.
La enorme afluencia obligó a las autoridades a impedir durante «al menos» seis horas que más personas se sumasen a la kilométrica cola que transcurre a lo largo del río Támesis, donde la espera rondaba las 14 horas.
Allí fue visto el exjugador del Manchester United y el Real Madrid David Beckham, de 47 años, vestido con traje, corbata y abrigo negros, llevando una gorra y un paraguas. «Es un día triste, pero un día para recordar», dijo a los periodistas, según lo citó la agencia de noticias AFP.
Dentro de Westminster Hall, el féretro de Isabel II yace sobre un catafalco púrpura, cubierto por el estandarte real, la corona imperial y el cetro, símbolos de poder de la monarquía británica.
Con rostros circunspectos, Carlos III, de 73 años, y sus hermanos Ana (72), Andrés (62) y Eduardo (58) entraron hoy en el majestuoso salón y en un silencio sepulcral avanzaron hasta el féretro.
Subieron ceremoniosamente tres de los cuatro peldaños rojos sobre los que está situado el catafalco y se colocaron a sus cuatro costados, con la cabeza gacha de espaldas al féretro.
Allí permanecieron 12 minutos, ante la mirada atenta de los británicos, que seguían desfilando frente a los restos de la reina para darle su último adiós. Después, abandonaron el salón con la misma solemnidad.
Conocida como la «vigilia de los príncipes», esta tradición se remonta a 1936, cuando los cuatro hijos de Jorge V montaron guardia sin avisar en torno a su ataúd.
Carlos y sus hermanos ya velaron el féretro el lunes en Escocia, donde la monarca falleció a los 96 años el 8 de septiembre, cuando se encontraba en su residencia veraniega de Balmoral.
La capilla ardiente en Londres está abierta casi ininterrumpidamente hasta la 6:30 hora local (2:30 de Argentina) del lunes, pocas horas antes del funeral de Estado previsto en la Abadía de Westminster y la posterior sepultura en una iglesia junto al Castillo de Windsor.
Con información de AFP
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